capítulo 51: Mimiz.

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La vida fue bastante dura después de eso. Abandoné la escuela por unos días debido a ña depresión que tuve por semanas. Tan pronto como pensé en volver a clases, vi al nuevo maestro de inglés y me perdí, me derrumbé por completo a mitad de la clase y eso llevó a mi padre a tomar la decisión de sacarme de la escuela y contratarme un tutor.

Paula rodeaba mi vida cotidiana, cada día me llenaba de historias acerca de lo que hacía en la escuela, sus últimos enamoramientos y cosas sin importancia. Yo sólo me dedicaba a escucharla, yo estaba ahí pero mi mente estaba en otro lado. Mi amiga siempre me trataba de hacer reír o incluso sonreír, pero eso era imposible.

Paula se fue por un tiempo, pero no sin antes decirme que me amaba, yo no podía siquiera responderle. No había vuelto a reír desde el día que jugué con ella en su salón de clases, cuando todo sucedió. Es fue la última vez...

Mi padre se había rendido conmigo, me había llevado a médicos que me recetaban anti-depresivos, medicamentos contra la ansiedad y pastillas para dormir pero yo nunca las tomaba, incluso llegó al punto que tuvo que llama a un hospital mental, pero le dijeron que estaría encerrada en un cuarto y me alimentarían a la fuerza y él no quería eso, así que llegamos a un acuerdo y era que yo volvería a comer. Era muy difícil porque mi estómago no soportaba nada.

Quería pensar que ella fue arrestada... Y sólo estaría ahí por unos meses y cuando saliera todo sería normal otra vez, pero no.

Después de que me envió el texto, yo me había desmayado. Mi padre me había llevado de vuelta a casa y me dormí de forma intermitente durante tres días. Cuando finalmente había dormido lo suficiente para volver a funcionar le pedí a Paula que me llevara a casa de Mariana.

Cuando llegué ahí. No había nada. No había ningún rastro de ella, fue como si nunca había ocupado ese espacio, lo único que había era un cartel viejo en el jardín con las letras que decían: Se vende.

Todo desapareció, yo ni si quiera tenía a Federico, tal parece que se lo había llevado junto con Mimiz a alguna parte. Nadie me daba razón de ella y no si quiera tenía idea de lo que había sucedido.

Es como si la tierra se la hubiera tragado... Y se llevó mi corazón con ella.

Cuando lancé mi teléfono contra la pared, una vez que desperté después de ser recogida de la oficina de la directora, todo se había ido, los textos, las llamadas, las fotos, todo. Lo único que me quedaba de ella era este collar en mi cuello que sólo ella podía abrir.

Llamé a todas las prisioneras de la zona y ellas se negaban a ayudarme. Preguntaba su nombre y ellas no hacían ningún comentario. No sé lo que pasó con Liz, es probable que todavía tenga copias de mi diario y las mire de vez en cuando, burlándose, de todo el desastre que causó.

Nunca le pedí a Paula que me devolviera el diario, yo no quería que me lo diera, ¿la razón? acabaría en un espiral y caería aún más si lo volvía a leer, todos los recuerdos que compartí con ella.

Llamaba a su número cada día, pero siempre era lo mismo: Este número no está disponible.

No sé por qué lo hacía, tal vez porque creía que algún día todo iba a cambiar y me respondería con un "hey, bebé" como siempre lo hacía. Pero a quién engañaba, ella no volvería, todo se había acabado.

Han pasado seis meses desde que la vi, era Junio. Un mes más y habríamos tenido la libertad de vivir nuestras vidas, pero ahora... No había nada.

Ni si quiera salía de mi casa, había perdido peso, no es que me importara. ¿Por qué habría de importarme? En realidad, ya nada me importaba. Mis mejillas se habían hundido, mis costillas y mi columna vertebral estaban prominentes, yo siempre llevaba ropa holgada para que mi papá no lo notara, pero él me miraba con tanta pena que creo que él sabía. Lastimosamente, esta era mi vida.

Mi padre solía venir a mi cuarto cada noche a verme llorar y rogar para que ella volviera en nis sueños, pero después de un tiempo, se rindió y se dió cuenta de que yo no podía ser ayudada. Probablemente él echaba algunas pastillas para dormir en mis bebidas porque me encontré durmiendo mejor en las últimas noches, pero no me importaba, aún ocurría en mis sueños.
———

Hoy me había vestido con una enorme sudadera con capucha y unos pantalones para correr... Sí, hoy había decidido salir, fui a mi auto y conduje hasta el puente donde me gustaba ir de vez en cuando. Caminé casi una milla para sentarme en un banco solitario y ver el puente, estaba iluminado y era realmente bonito, no importaba, yo sólo quería encontrar algo que hacer. Me quedé un rato mirando el puente, miré los coches que pasaban por esa gran estructura.

De repente un perrito vino y se sentó enfrente del banco donde estaba yo. Me congelé, mi boca se secó y mi vista se puso borrosa. Apreté mi mandíbula mientras la miraba, era igual a la perrita de Mariana.

—¡Ah, lo siento!— una voz gritó, era una chica caminando hacia el perro. Yo no podía ver claramente, las lágrimas todavía bloqueaban mi vista. Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, la adrenalina por mis venas mientras ella se acercaba. Se sentó a mi lado y se burló de la perrita delante de nosotras.—Es una pequeña mounstra.— Sonrió y parpadeé y las lágrimas cayeron, aclarando mi vista. Mi corazón cayó cuando me di cuenta que no era ella, no era Mariana.

—¿Dónde la conseguiste?— le pregunté mi cara, en realidad no quería saber la respuesta.

—La conseguí no hace mucho tiempo en la perrera. Estaba muy triste, ella estaba alojada con otro perrito color miel que asustaba a todo el mundo, era temeroso y agresivo cuando lo tocaban. Esta tampoco es demasiado agradable, a veces me gustaría devolverla a la perrera, pero mi corazón no podría.— Suspiró.

Mi corazón latía cada vez más rápido.—¿Dónde está la perrera?— le pregunté, tratando de controlar mi voz.

—No es muy lejos de aquí, voy a escribirte la dirección, si quiere. La verdad está genial, abren todo el tiempo, gracias a las donaciones que por lo general entregan en las noches.—Ella escribió la dirección en un trozo de papel y me la dio. La tomé y la guardé en mi bolsillo, no sin antes hacerle una pregunta.

—¿Dijiste que estabas pensando en devolverlo?—pregunté mientras miraba los profundos ojos de la cachorra que creí reconocer, pero no estaba segura.

—No es que quiera devolverla, sólo que ella no es feliz conmigo.—Volvió a suspirar.

—¿Puedo probar algo?— me miró confundida pero asintió finalmente. Me arrodillé en el suelo delante del perro ahora bien grandecita, cerré los ojos y esperé por un milagro.

—¡Mimiz, yah!
———

¿qué haces leyendo? presta atención a tus clases >:(

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Where stories live. Discover now