capítulo 52

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Sus orejas se levantaron y se lanzó hacia mí con bastante fuerza, y por primera vez en seis meses, pude sonreír.

—¿Cómo hiciste eso?— se quedó sin aliento.

—La conozco— le respondí con una amplia sonrisa, finalmente algo por lo que valía sonreír. Ella estaba lamiendo mi cara y tratando de meter su lengua en mi oreja como antes, los recuerdos volvieron a mi golpeándome como un tsunami y yo luchaba por mantener la calma.

—Bueno, parece que ha encontrado su nueva dueña, claro, si tú la quieres conservar.—Soltó una risita.

—Me encantaría— le contesté, saqué algo de dinero de mi bolsillo y se lo ofrecí.

—No, no, por favor, no quiero tu dinero.

—No tienes idea de lo que me has dado. Tómalo por favor.— Le respondí tomando su mano y poniendo el dinero en su palma. Le di la espalda y empecé a correr de vuelta a mi coche, yo todavía tenía que recoger a otro pequeño ácaro.—¡Gracias!— Grité.

—¡No hay de qué! gracias a ti— respondió con una gran sonrisa.

Me detuve y corrí hacía ella para darle el mismo papel que ella me dió.—¿Puedo tener tu número así podrías volver a verlo?—pregunté.

Ella asintió con una sonrisa amplia y anotó su número.

—¡Soy Ana!— ella gritó cuando me escapé de nuevo.

—¡Fernanda!— le contesté, corriendo con todo lo que tenía. Por fin volví a mi coche, puse a Mimiz atrás y arranqué...

¡Era ella, Mimiz estaba conmigo! Yo simplemente lo sabía. Me dirigí a la dirección que Ana me había dado y me detuve en un edificio, corrí con la cachorra y le dije al chico del mostrador que estaba buscando un perrito color miel que había entrado con el perro que tenía en mis brazos. El chico sonreía mientras veía a Mimiz y me llevó a la parte trasera del lugar.

El sonido de ladridos y ladridos llenaron mis oídos y me causaron un gran dolor de cabeza, pero no me importaba, necesitaba a Federico también conmigo.

—Ah, él está justo... Aquí.— se detuvo enfrente a una jaula vacía, con el rostro lleno de confusión—.El debería de estar aquí, rayos.

—¿Qué? ¿Qué?— las lágrimas amenazaban con salir.

—Él fue considerado inseguro para relojamiento así que por normas del centro fue llevado para el proceso de... Eutanasia.—Dijo leyendo una nota que estaba pegado a la jaula.

—¿Qué?— grité, asustando a Mimiz.—¿Cuándo?

—Hace una hora— dijo con tristeza, pero después se iluminó un poco.—¡Él puede estar aún ahí, vamos!

Corrí detrás del chico e irrumpimos por una puerta donde alojaban a los caninos que iban a dar de baja. Me negué a mirarlos a los ojos, era aterrador. El chico buscó a través de las jaulas y vió una con una etiqueta que decía "perrito peligroso color miel" pero la caja estaba vacía.

A continuación el chico entró a una habitación y cerró la puerta. Me sentía enferma. Él podría estar muerto y todo porque tenía miedo a estar con alguien que no fuera su madre. Me agaché y lloré con Mimiz, que claramente odiaba estar en ese lugar por la forma en la que temblaba.

La puerta por donde el chico entró se abrió y eso sólo me hizo llorar aún más.

Eb sus brazos sostenía a mi pequeño Federico, que de pequeño ya no tenía nada. Me acerqué a él y lo sostuve en mis brazos mientras que él me olía y luego procedía a lamerme la cara.

—Tú definitivamente eres su madre, ¿eh? Este pequeño ha mordido a todos los demás, mira— el chico levantó un dedo ensangrentado y yo apenas me reí.

—Me lo llevo.— Le dije y tomé mis dos perros de vuelta al pasillo donde me llevé a Federico.—Muchas gracias— le dije con gratitud. Me sonrió en respuesta y salí para volver al coche con mis dos hijos. Sonreí mientras observaba jugar a mis dos bebés en el asiento de atrás y tenía que decirlo, mi corazón volvió a brillar un poco.

Mi vida, mi vida fue un poco más fácil después de eso. Cada vez que tenía algún episodio de depresión, ya fuera Federico o Mimiz me animaban de un modo u otro. Mi padre se alegró mucho y se echó a llorar cuando me vió sonreír. No le gustaban los perros pero no me alegó cuando vió que ellos eran mi felicidad, él sabía que yo los necesitaba.

Paula no lo podía creer, la primera vez que entró a mi habitación y vió a los perros la bombardearon, ella los había visto en fotos que le había mostrado en mi teléfono antes de lo sucedido. Le tomó un tiempo para que su mente recordara que eran los perros de Mariana pero una vez que lo hizo, ella me abrazó mientras yo lloraba. Estaba tan aliviada de tener sólo una parte de Mariana conmigo.

Ellos llegaron a mi vida para que comenzáramos de nuevo. Tenía que hacerlos feliz por todo lo que habían sido sometidos. Sí, había sido yo la que constantemente sufría, pero y ellos ¿Qué pasa con ellos? Mimiz tenía dos años... Ella creció con ella y dejarla de repente y haber sido lanzada en una jaula pequeña y oscura con ruidos fuertes y otros perros ladrando, debió de haber sido aterrador.

Federico fue mi perro, pero él pasó más tiempo con Mariana que conmigo, ella  era como su segunda madre para él a pesar de que sólo la había tenido un corto tiempo, fueron unos sólo días después, después de Navidad cuando Mariana desapareció.

Las perreras en lo general daban de baja a los perros que no eran adoptados, pero mucha gente tenía interés en Mimiz, sin embargo, debido a la unión de los perros, Mimiz había actuado como una hermana mayor y protectora si alguien trataba de alejarla de Federico.

Pero, ¿Cómo Ana había logrado sacar a Mimiz? eso era un secreto, pero yo estaba agradecida con ella, si no hubiéramos estado en el momento y lugar correcto, no estaría conmigo ahora.

Y no tendría esta pequeña parte de Mariana.
———

¡hola hola holaaaa, por fin nueva actualización! los extrañé mucho jaja.

sigo en cama pero me sentía mal por no actualizarles así que aquí tienen, me voy recuperando poco a poco, pero no podía dejarlos esperando mucho tiempo.

¿vieron el stream de fercha con ana? ¿qué les gustó? la mejor colaboración juju :)

-pawis :)

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora