XXVI

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Me levanté otra hermosa mañana de un domingo, me puse un vestido simple y baje a desayunar, cuando llegué al comedor me sorprendí de no ver a Louis y también de no ver servido el desayuno.

Laura: Por favor dime que Louis volvió a Inglaterra. -Le dije a mi padre que se encontraba sentado leyendo el periódico-
George: Lamentó decepcionarte, pero no es así.
Laura: Y entonces dónde está?
George: Vinieron unas personas a invitarnos a desayunar, creo que su hija es tu amiga.
Laura: Quiénes?
George: Dijeron que eran la familia Pye.
Laura: No, definitivamente Josie Pye no es mi amiga. Me extraña que Louis haya accedido a ir, él no quiere hablar con la gente de Avonlea.
George: La verdad es que yo le dije que fuera, con la excusa de que no debía ser descortés.
Laura: Bueno, me parece bien, pasaremos un tiempo a solas.
George: De echó no es así, invite a alguien a desayunar.
Laura: A quién?
George: A Gilbert. Dominic fue por él.
Laura: Puedo saber la razón por la que invitaste a Gilbert.
George: Ya lo verás, cariño.

Gilbert llegó unos minutos después, saludó a mi padre y luego a mi y se sentó al lado mío. El desayuno transcurrió normal, mi padre nos preguntaba acerca de la escuela y de si sabíamos algo sobre quien iba a reemplazar al señor Phillips. Cuando terminamos de desayunar, las chicas del servicio levantaron la mesa y mi padre pidió que nos quedáramos un momento.

George: Te gustó el desayuno, Gilbert?
Gilbert: La verdad estuvo delicioso, muchas gracias por invitarme.
George: Por nada. Sabes hace unos días mi hija me comentó algo.
Laura: Podrías recordarme que te dije? Hablo contigo de tantas cosas, papá.
George: Cuando era niño siempre quise ser doctor, claro que después crecí y me di cuenta que no me gustaba la sangre ni las agujas, obviamente cuando me di cuenta de eso ya no quise ser doctor. Pero tú si quieres serlo, o me equivoco, Gilbert?
Gilbert: No, señor. Hace poco descubrí que quiero dedicarme a la medicina.
George: Y lo serás, eres responsable, estudioso y perseverante. La Sorbona es una excelente universidad.
Gilbert: Lo se, pero es un sueño para mí, así que ya comencé a informarme de otras universidades.
George: Cariño, quiero hablar con Gilbert a solas. Podrías dejarnos solos un momento?
Laura: Claro, estaré en la biblioteca.

Le di un beso en la mejilla a mi papá y también uno a Gilbert, dándole una sonrisa para que no estuviera nervioso y salí del comedor con dirección a la biblioteca.

ºNarra Gilbertº
Laura se fue y yo me quedé a solas con su padre, estaba nervioso, pero traté de ocultar mi nerviosismo y verme lo más tranquilo posible.

George: Gilbert, hace mucho años un joven llegó Charlottetown solamente por negocios, este joven no esperaba mucho de venir a un pueblo lejano y pequeño, y caminando por las calles decidió tomar un café, cuando intento abrir la puerta alguien la abrió desde adentro y le dió en la nariz y fue ahí cuando conoció a la joven más hermosa de todo el mundo, quedó flechado por ella desde ese momento. Y por si no te diste cuenta, ese joven soy yo. Perder a mi esposa fue algo muy duro, no lo he superado aún, pero aprendí a vivir con ese dolor, además ella me dejó una gran razón para vivir, y tú estás saliendo con esa razón. Me alegra verla feliz, yo sé que es por ti. Y tú me recuerdas a mí cuando me enamoré de su madre.
Gilbert: Muchas gracias por sus palabras, señor.
George: En fin, eso no tiene nada que ver con lo que te quiero decir. Te he tomado mucho cariño, Gilbert, y mereces cumplir todas tus metas y sueños. Es por eso que decidí que te daré mi apoyo financiero y social para que puedas ir a la Sorbona.
Gilbert: Señor, yo... enserio se lo agradezco, pero es mucho, yo no puedo aceptarlo.
George: Acéptalo, el director es muy amigo mío, hablé con él de ti, solo tienes que esforzarte en tu examen y entrarás a esa universidad.
Gilbert: Señor, es un honor, muchísimas gracias, le prometo que no lo defraudaré.
George: Oh no, no lo hagas por mi, Gilbert, hazlo por ti, sé que podrás hacerlo.
Gilbert: Debo de agradecerle a Laura también, sin ella mi sueño no sería posible.
George: Mi hija te quiere, Gilbert, todo lo que hace por ti es con amor sincero.
Gilbert: Supongo que es hora de hablar de matrimonio? -Cuando dije eso, el señor se sorprendió tanto que casi se ahoga con su propia saliva-
George: Perdón, tú dijiste... matrimonio?
Gilbert: Eh... si... supongo que con el apoyo que me dará tal vez tengamos que adelantar el compromiso.
George: Dios mío! Gilbert... no sabes las ganas que tengo de golpearte por querer casarte con mi hija.
Gilbert: Eso está mal?
George: Me controlaré... mira, Gilbert, no te doy mi apoyo para que te cases con mi hija.
Gilbert: No?
George: No! Si mi hija quiere, ustedes se comprometerán cuando sientan que es momento de hacerlo, no por el dinero. Este apoyo es por el cariño que te tengo.
Gilbert: Señor... yo...
George: Hace un tiempo te dije que mi hija es mi princesa, aún no supero la idea de que tú vienes a robarme a mi princesa, se que la quieres, pero también se que no tienes intenciones de casarte aún con ella, el día que tú sientas que es momento de pedirle ser tu esposa, lo harás y ese día te daré mi bendición para casarte con ella. Mientras tanto disfruten su relación ahora y tú concéntrate en entrar a la universidad, así como ella lo está haciendo.
Gilbert: Señor... de verdad se lo agradezco mucho.
George: No tienes nada que agradecerme, hijo. Tú te lo ganaste.

Salimos del comedor y fui a despedirme de mi novia para irme a mi casa, ella me acompaño a la puerta y yo la abracé con mucha emoción incluso le di unas vueltas en el aire.

Laura: Vas a decirme porque estás tan contento.
Gilbert: Porque tengo a la mejor novia del mundo.
Laura: Bueno, yo también tengo al mejor novio del mundo.

Tomó mi cara entre sus manos y yo la besé, fue un beso diferente a otros, incluso mejor que el beso de la fiesta de Año Nuevo, fue más romántico y con un toque de pasión, ambos nos separamos agitados, la miré y ella estaba totalmente roja, le di un pequeño beso en su nariz y levanté su mentón con mi mano haciendo que me mirara.

Gilbert: Te amo, linda.
Laura: Qué?
Gilbert: Tal vez tú no sientas lo mismo, pero... -Me interrumpió dándome un beso más corto que el anterior-
Laura: Yo también te amo, cariño.

Después de eso compartimos unos cuantos besos más y finalmente yo me fui a casa, con una felicidad inmensa, ella y yo nos amábamos y a pesar de que su padre tenía razón con respecto al matrimonio, yo no podía esperar a entrar a la universidad para pedirle que fuera mi esposa.

~Always Been You~ [Gilbert Blythe]Where stories live. Discover now