IX

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ºNarra Gilbertº
Después de varios días en el mar, por fin llegamos a Italia en el atardecer y mentiría si dijera que no me gusta, todo era hermoso. Bajamos del barco y subimos a un carruaje con nuestras maletas. Gracias a mi suegro, no tendríamos que quedarnos en algún hotel, nos quedaríamos en la casa que tiene aquí en Venecia. Veía a Laura mirar emocionada todos los lugares por los que pasábamos y hablarme de cada uno de estos lugares.

Laura: Te va a encantar todo, cariño. Iremos a muchos lugares y te contaré acerca de todos ellos.
Gilbert: Bueno ya me diste un pequeño adelanto.
Laura: Pero faltan muchos lugares más.

Llegamos y para mí, ya no era sorpresa toparme con una hermosa y grande casa.

Laura: Te gusta?
Gilbert: Claro! Es hermosa.
Laura: Vamos adentro.

Entramos y confirmaba que mi suegro y mi esposa tenían un fino y excelente gusto para la decoración. Laura, comenzó a darme un recorrido para enseñarme toda la casa y al terminar nos sentamos en el comedor a comer algo. Las personas del servicio habían sido avisadas que ocuparíamos la casa, así que se encargaron de llenar las alacenas y estar atentos a todo lo que pidiéramos.

Laura: Mañana iremos a recorrer la ciudad y luego iremos a ver puente de los suspiros...
Gilbert: Suena muy romántico.
Laura: Para nada, de echo, ese puente conecta al calabozo del palacio Ducal, entonces el nombre se debe a los suspiros de los prisioneros que, desde ahí, veían por última vez la luz del día.
Gilbert: Acabas de terminar con el romanticismo del nombre.
Laura: Lo siento, cariño.

Seguimos cenando y hablando, hasta que decidimos subir a la recámara para poder descansar, al entrar me recosté en la cama mientras mi esposa se ponía la pijama, pero me llamó y tuve que ir hasta el cuarto del baño para que me dijera que le pasaba.

Laura: Creo que el cierre del vestido se atascó.
Gilbert: Se... se atascó? -Pregunte nervioso-
Laura: Si, podrías por favor ayudarme, cariño.
Gilbert: Ah... te refieres... a bajarlo?
Laura: Si, Gilbert.

Me coloqué detrás de ella y puse una mano en su cintura y con la otra desatore el cierre y lo bajé lentamente. Cuando esté quedó totalmente abajo mis manos temblaban e involuntariamente me acerqué al cuello de Laura para poder dejar un rastro de besos desde este hasta su hombro y regresar. Me sorprendí cuando ella ladeó su cabeza para darme un mejor acceso, entonces comprendí que todo era un plan de ella... un plan al que yo no me iba a negar. La volteé en mi dirección y le di un largo beso y sin terminarlo avanzamos hacia la cama. Al llegar me senté e hice que ella se sentara sobre mí para poder continuar con los besos y caricias y en algún momento la ropa dejó de ser un estorbo para nosotros, entonces la recosté suavemente sobre la cama y la miré, se veía preciosa.

Gilbert: Te amo, linda.
Laura: También te amo, cariño.
Gilbert: Si te lastimo solo tienes que...
Laura: Gilbert, estoy lista.

Y entonces la besé para después volvernos uno solo, ella rasguñó mi espalda por el dolor, pero pronto su agarre se suavizó y lo que era dolor, se convirtió en placer puro. Continué moviéndome y aumentando poco a poco la velocidad hasta que logramos alcanzar el mayor placer posible. Habíamos hablado que haríamos nuestro mayor esfuerzo para no tener hijos por ahora, así que antes de terminar salí de ella. Me recosté a su lado, para después atraerla hacia mí en un abrazo.

Gilbert: Estás bien, querida?
Laura: Lo estoy, Gilbert... estoy mejor que nunca.
Gilbert: Te amo.
Laura: También te amo.

Cerré los ojos hasta que sentí como ella se subía en mi, entonces la miré algo extrañado.

Laura: Fueron varios días en el mar, no creíste que los dejaría pasar, no?
Gilbert: Pensé que estarías exhausta.
Laura: Ya ves que no. Doctor Blythe, tiene que cubrir esos días en el barco.
Gilbert: Claro que lo haré.

Y esa noche volvimos a convertirnos en uno mismo, uniendo nuestros cuerpos que encajaban a la perfección y jurando amarnos el resto de nuestras vidas.
A la mañana siguiente, desperté por unos rayos de sol que entraban por la ventana y no pude tener un amanecer más hermoso que ese, mi esposa estaba a mi lado solo con una sábana cubriéndole el cuerpo, con algunos cabellos cubriendo su rostro y respirando tranquilamente, se veía preciosa. Quité los pocos cabellos que me estorbaban y comencé a dejar un rastro de besos desde su rostro hasta su cuello, la escuché reír y entonces la miré.

Laura: Muy buenos días, señor Blythe.
Gilbert: Muy buenos días, señora Blythe.
Laura: Dormiste bien?
Gilbert: Dormí en el paraíso. Tú dormiste bien? Cómo estás?
Laura: Cansada.
Gilbert: Si quieres. -Comencé a besarle el cuello y el hombro- Nos quedamos aquí todo el día.
Laura: Eso suena tentador... pero no.
Gilbert: No?
Laura: No, quiero ir a recorrer la ciudad con mi esposo.
Gilbert: Estás segura?
Laura: Gilbert!
Gilbert: De acuerdo, vamos a recorrer la ciudad.
Laura: Muy bien. Puedes cerrar los ojos, por favor?
Gilbert: Porqué?
Laura: Necesito ir al baño a cambiarme.
Gilbert: Puedes ir desnuda. No hay nada que no haya visto. -Sentí un golpe en mi pecho- Qué?
Laura: Me llevaré la sabana, pero tú cúbrete.

Me pasó una almohada y jalo la sabana haciendo que yo me cubriera la entrepierna con la almohada, sonreí hasta que la vi entrar al baño y solo hasta entonces me levanté de la cama para yo también prepararme para el paseo. Terminé primero de vestirme y bajé al comedor a esperarla, ella bajo después de unos minutos y me apresuró para irnos.

Gilbert: No desayunaremos?
Laura: Lo haremos, pero fuera.

Salimos de la casa y comenzamos a caminar por las calles de Venecia. Llegamos a un pequeño café para desayunar y después poder continuar con el paseo. Mientras comíamos ella me contaba a donde tenía planeado llevarme durante el día y definitivamente este sería un muy largo paseo.

~Always Been You~ [Gilbert Blythe]Where stories live. Discover now