|Capítulo 20: Cuentos para niños|

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—Sus voces me acompañaron durante el camino,

me mostraron la diferencia.

Las pesadillas nunca aceptaron

que yo me sienta vacío en la oscuridad.

(ADVERTENCIA: En este capítulo se narran sucesos muy fuertes como lo son el abuso y la autolesión

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(ADVERTENCIA: En este capítulo se narran sucesos muy fuertes como lo son el abuso y la autolesión. Leer bajo su propia responsabilidad, teniendo en mente que ninguno de estos conceptos deben ser tomados a la ligera, y si sufrís alguno es necesario que busques ayuda, independientemente de lo que hagan los personajes.)

La puerta del lado del conductor se cerró una vez que Mare estuvo adentro y el motor comenzó a ronronear con calmada intensidad. El silencio que se respiraba en el ambiente mezclaba el aroma a tapizado nuevo, junto a un delicado perfume de lavanda, pero cada respiración de Reina se sentía como estar bajo el agua cargada de sedimentos podridos, estaba mareada y el miedo trenzaba las raíces en sus tobillos. De nada servía la helada que proyectaba sobre su piel el aire acondicionado, no podía inhalar sin sentir que se arrancaba un trozo de diafragma.

Tras asegurar las puertas Mare surcó la capital en silencio, evitó el tráfico general de la congestionada ciudad al ir por calles aledañas y rápidamente se desvió del centro a una zona menos transitada, casi vacía. El hombre se detuvo en un semáforo en rojo mientras tamborileaba el dedo enguantado en el volante, un ritmo inexistente parecido al de un reloj que solo buscaba fomentar el pánico de la rubia. Reina presionó la mano sudada en su muslo, se planteó lanzarse del auto en movimiento.

«¿Viste a ese hombre? Ni siquiera necesita estirarse para ahorcarte desde donde está sentado.»

No me lo recuerdes.

«Si me dejaras intervenir...»

—Hace un día precioso. ¿No te parece?

Su voz grave le pareció demasiado tranquila para la incomodidad que se gestaba en su interior, tiró de sus emociones hacia un oscuro lugar. Reina fingió una sonrisa mientras miraba a través de la ventana, y calculó qué tanto iba a tener que aguantar el dolor si usaba su brazo malo para escapar

—Prefiero los días lluviosos y fríos.

—No es un ambiente ideal para el trabajo —comentó él, ensimismado.

—Nunca dije que fuera precioso trabajar, prefiero leer —agregó Reina, clavaba las uñas en el yeso, había comenzado a temblar.

Mare alzó las cejas pálidas, y en un movimiento aumentó la intensidad del aire acondicionado al máximo. Ignoró la mueca de la rubia, junto a la pequeña nube de vapor que salió de sus labios, soltó el volante para acercar el dorso de los dedos a su mejilla helada, incluso a través del guante su piel estaba cálida, lograba nivelar su temperatura a la perfección.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now