|Capítulo 44: El milagro del creador|

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-Algunos me gritaron que era un monstruo,

otros decían que actuaba como un héroe,

pero siempre fui más, mucho más.

Al final pedí que me llamaran Dios.

Hole despertó dentro de una pesadilla

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Hole despertó dentro de una pesadilla. Su corazón latía despacio, era murmullo débil. Eso debería haberla alarmado, pero se había quedado dormida como solía hacer después de gastar demasiada energía. Su cuerpo se sentía pesado, sin fuerzas, y aunque trataba de mantenerlos abiertos para no prolongar el horror que le producía la oscuridad, no conseguía lograrlo. Otra vez, caía en la inconsciencia.

El Abismo se alzaba tras Génesis, una imagen borrosa de tentáculos de oscuridad, el monstruo que se aferraba a su sombra desde el inicio de los tiempos. Ella podía verla sufrir los estragos que causaba en su cuerpo, como trataba de consumir su voluntad, la oía romperse entre rugidos y luego, algo que la sorprendía, la dejaba en blanco por una fracción de segundo, un grito desesperado.

El recolector dijo su nombre.

Lo cierto es que había sabido siempre lo que él era, lo olía en su ropa, en su cabello y en la superficie helada de su piel. Sin importar la máscara, su cuerpo reaccionaba por sí solo como si estuviera frente a su depredador natural, pero debía fingir que no, porque al mundo no le gustaba la idea de que los muertos puedan caminar entre los vivos. Comprendía su inseguridad, después de todo una parte de ella también estaba muerta.

Le habían dado instrucciones no tan claras, cifradas como las frases tatuadas en su cuerpo, pero al llegar ese día al bar, al ver los ojos de ella lo supo, y su interior vibró de felicidad.

Pasó tanto tiempo tratando de hacer que Génesis la notase, que el hecho de que reaccionara cuando se encontraba en una situación de sufrimiento tan grande era una caricia para su corazón. Sin embargo, su mirada se oscurecía en los bordes. Las brumas la rodeaban como si quisieran arroparla con una furia imparable y aquel suave traqueteo surgía de su pecho, indicando que al fin se había quedado sin energía.

Entonces parpadeó una vez y la pesadilla se volvió parte de la realidad. Fue consciente de su situación, ellos se habían ido, y estaba sola. No, Mikaela empujó a Génesis en contra de su voluntad. Había intentado... Había...

«Esa traidora jamás habría movido un pelo para ayudarte»

No podía pensar, su debilidad hacía que las voces de las demás se volvieran más intensas. Ser una sombra que había adquirido conciencia individual parecía interesante para los experimentos de su padre, pero no era tan divertido cuando se daba cuenta de que estaba obligada a convivir con una cantidad ridícula de hermanas que siseaban palabras venenosas, y sugerían caminos turbulentos por los cuales podría inclinarse para conseguir lo que quería, como si todas estuvieran encerradas en un baño demasiado pequeño. Surgían de cada grieta, de cada rincón o espacio en blanco. Le hablaban.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Место, где живут истории. Откройте их для себя