|Capítulo 34: Parásito infernal|

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—Como ellos me pertenecían,

sus problemas también.

Los presenté ante esos ángeles malditos

y los defendí de sus cuestionamientos.

—Que no esté de acuerdo con vos en venerar al mismo dios, no quiere decir que rechace tu naturaleza ¿Por qué lo hacés tan difícil?

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—Que no esté de acuerdo con vos en venerar al mismo dios, no quiere decir que rechace tu naturaleza ¿Por qué lo hacés tan difícil?

—¿Yo lo hago difícil? ¿Quién fue el que ató su destino ciegamente al de alguien que acababa de conocer? —Luís supo que si no tuviera su vieja chaqueta encima de los hombros y las alas punzando su carne por salir estaría temblando. El que Mikaela se quedara en silencio lo enfureció más—. El peso de tus ambiciones siempre fue más grande que tus ganas de seguir con esto, aceptalo de una vez.

«Estás celoso porque no quiso atarse a vos, aceptalo de una vez.»

—Matar a tu padre no va a hacer que todo se resuelva automáticamente, no funciona así. —Se interrumpió el cazador—. Pero podemos encontrar una manera de solucionar esto juntos, vení conmigo, por favor —rogó—. Por favor.

«Él la eligió a ella, nunca van a estar juntos mientras ella sea mejor que vos»

Sintió la amargura lacerar su corazón al ritmo de aquella voz.

Mikaela no lo decía porque de verdad lo pensara, solo quería que le creyera para que cediera a su favor. Al final del día, manipular personas era parte de la naturaleza del hombre del que se había enamorado y no podía hacer nada para cambiarlo, en el fondo no lo culpaba, pero no pensaba creerle más. Se acercó al borde de la terraza de espaldas.

—No te preocupes, siempre fui consciente de que no representé más que una carga para vos.

—No me digas eso, no es verdad. Jamás fuiste una carga y jamás lo serás, Luís Blanco. No puedo mentir ¿te acordás?

«Ella podrá darle lo que vos jamás pudiste, una feliz vida inmortal.»

El cazador lo conocía, tanto que se sintió miserable cuando esa noche lo encontró durmiendo a la intemperie en el lugar donde entrenaban y tuvo ganas de lastimarlo para enseñarle lo que sentía ser él. Enfrentar el deseo irrefrenable de destrozarlo todo solo porque así era su naturaleza, y soportar la carga de su raza incluso después de haber fingido su muerte.

Estaba acorralado por el cuerpo del más alto cerrándole la salida, no podía respirar mientras él se acercaba en silencio con esas manos dispuestas a consolarlo el tiempo que hiciera falta, pero derrumbarse otra vez era lo último que quería después de escuchar cómo sus ideas rechazaban al Creador.

Él tampoco podía dudar, por esa razón, se deshizo de la ropa de la parte superior de su cuerpo y saltó al vacío, antes de que pudiera tocarlo.

—¡Luís no!

El resto de los días posteriores a aquella charla con Mikaela fueron peores, esa última escena se reproducía en su memoria por obra de ese parásito que solo buscaba debilitarlo.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now