|Capítulo 25: Amalgama de desgracias|

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—Consumir aquella estrella

condenó mi existencia,

no pude evitar notar la verdad,

mi cuerpo pertenecía a las pesadillas.

Reina no alcanzó a escuchar el resto de la frase que dijo la niña, porque de pronto sus extremidades comenzaron a pesarle demasiado

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Reina no alcanzó a escuchar el resto de la frase que dijo la niña, porque de pronto sus extremidades comenzaron a pesarle demasiado. Unas manos invisibles surgieron del suelo listas para enterrarle las uñas en los omoplatos, y tiraron de su humanidad hacia el fondo de un abismo cuidadosamente asegurado. Perdió el control de su cuerpo antes de que su cabeza rebotara contra el suelo, por lo que se mantuvo sentada sobre sus rodillas un corto instante, con la columna derecha, el cabello rubio alborotado y sus pupilas fijas en el rostro de pánico Lorenzo, como una muñeca sin voluntad.

Así era como se sentía desde que había caído en ese mundo, casi lograba creerse su propia mentira.

—¡Reina! ¡¿Ves?! Te dije que no iba a soportarlo —se volteó hacia Lucio para dedicarle su odio, y se arrodilló a su lado—. Ella no puede...

La quimera no se había movido, palpaba la perturbación invisible en el aire como un hilo que acababa de cortarse, se tensó al escuchar la voz ajena.

—¿Ella no puede? —inquirió Reina, era su cuerpo, pero no su presencia, se acercó para saborear la sorpresa en él, y su rostro formuló una curvatura atroz—. Oh, quedate tranquilo Lorenzo, ella puede, más de lo que vos pudiste en toda tu miserable existencia.

Los brazos que se aferraban a ella se tensaron lo suficiente como para lastimarla, y luego sirvieron de apoyo. Reina se levantó con la mirada cristalizada por las lágrimas robadas. La otra mujer lloraba con su cuerpo, ella solo estaba furiosa. Se las limpió con violencia, todavía le costaba acostumbrarse a usarla, su debilidad existía en la fuerza de la otra, y solo podía salir si esta se quebraba.

Para eso la habían hecho después de todo.

—¿Reina? —preguntó Lorenzo, las ojeras oscuras se pronunciaban aún más frente a la palidez de su semblante demacrado.

—Podría decirse —comentó mientras se sacudía la ropa, al final lo miró aburrida—. No exageres, igual es el mismo cuerpo que te cogiste ¿o no?

—Se rompió, genial —chasqueó Lucio, Reina lo señaló con una sonrisa completa.

—Para tu buena suerte, siempre es más fácil prejuzgar cuando solo conocemos una parte de la verdad, y la ignorancia de tu caso no es un pecado por el que tenga que moverme para arrancarte el pellejo.

—La verdad es una —interrumpió Lorenzo dirigiéndose a ambos—. Y es que su padre, el comisario Marcel Blanco es un depredador, él le hizo esto a ella y a tu hermano.

Reina hizo ruidos de reloj con la lengua.

—La verdad tiene varias caras, todas existen y se contraponen. —Dejó caer su extremidad como un peso muerto, y tomó la fotografía del muchacho de ojos rojos, frente a la expresión perturbada de la niña cadáver—. Es una pelea a muerte, y siempre gana el que pueda imponerla a los demás. ¿Saben quién es él?

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now