|Capítulo 47: Los fragmentos de su memoria|

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—Por primera vez, usé mi poder

en contra de los humanos

solo para proteger tu frágil existencia.

¿Y así me lo agradeces?

En los años que pasó vagando por la tierra Génesis rompió las reglas muchas veces, demasiadas para contarlas

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En los años que pasó vagando por la tierra Génesis rompió las reglas muchas veces, demasiadas para contarlas. Al principio no era un impulso natural, lo hacía solo cuando esos malditos Sin Rostro se metían en su vida a la fuerza. Buscaban confundirla y obligarla a creer sus asquerosas mentiras, pero al cabo de los primeros cien años sin la presencia de su padre, buscarlos y encontrarse perdida en la inmensidad de los recuerdos se volvió en un acto sistemático. Se revelaba en contra su voluntad con pequeños actos que contradecían su naturaleza. El odio y la culpa que sentía consigo misma la hicieron hundirse en un terreno pantanoso de aguas negras que causaba la inconsciencia sobre sus acciones.

Así selló sus emociones en una placa de mármol que rezaba las palabras de su padre. Dejó de fingir ser una persona, se mantuvo en las calles con ropajes deshechos, abandonada a merced de la repulsión que sentían los humanos al verla. Comía solo cuando su abismo se lo exigía y a veces soportaba los insultos susurrados de las personas que le pasaban por al lado. Tampoco la veían como una de ellas. Era el fantasma de la niña de su padre que jamás iba a llegar a ser.

Creía que no había forma de que su Abismo pudiera molestarla, o frustrar su último intento de lograr el objetivo. No se dio cuenta de que estuvo tejiendo las pesadillas que siempre la atacaban cuando trataba de dormir. La desgastaba de a poco, ponía ideas en su cabeza, para luego adueñarse de la materia más preciada que las criaturas de su tipo podrían desear: Su voluntad.

Así conoció a ese Recolector.

No podía delimitar bien el instante en que dejó de soñar, para comenzar a pensar en la manera en que Mikaela vivía la vida y sonreía como si no tuviera su alma ya hipotecada. Se acercó tanto a tratar de encontrarle motivo a las cicatrices en su rostro que no notó de qué manera le había afectado su presencia hasta que ambos entraron al reino de las pesadillas y lo observó alejarse como si quisiera abandonarla. Una grieta comenzó a extenderse en esa placa de mármol que rezaba las palabras de su padre, la misma que contenía su corazón.

No, por favor.

—Tenemos un trato. —Había dicho cuando lo salvó, a costa del propio tirón de sus huesos, fue lo que le arrancó las primeras lágrimas.

No te vayas.

Las demás, las que no se molestó en cubrir, no fueron solo por el dolor físico. Con la muerte de Hole, y el caos sentimental, su abismo se desperezaba de a poco, como una enorme serpiente de granito, se desenvolvía de su columna, mientras su pecho se fragmentaba por el peso de sus propios sentimientos.

No te atrevas a dejarme.

Al final logró controlarse lo suficiente como para abandonar la biblioteca, avergonzada con su comportamiento. ¿En qué estaba pensando? Su primer objetivo había sido volver al estacionamiento y envenenar a su abismo con alguno de los cadáveres que dejaron allí, pero no contó con el despliegue de imágenes que desfiló delante de sus ojos, deformando la realidad que creía habitar. El estado débil de su cuerpo la sumió en una ceguera momentánea, así escuchó el sonido de su voz, justo como la recordaba.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora