|Capítulo 37: Verdugo de la humanidad|

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 —La reunión no salió bien,

las criaturas de Tánatos son tercas,

mis hijos fueron demasiado complacientes,

y yo le hice justicia a mi nombre.

Fábricas abandonadas, subsuelos escondidos en un hueco en el asfalto y ostentosos locales donde las luces disimulaban la piel de las bestias que se envenenaban cada noche, fueron el recorrido que causaban en ella el recuerdo de la época en la que ...

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Fábricas abandonadas, subsuelos escondidos en un hueco en el asfalto y ostentosos locales donde las luces disimulaban la piel de las bestias que se envenenaban cada noche, fueron el recorrido que causaban en ella el recuerdo de la época en la que había elegido ser como un animal más enroscado a la oscuridad. Varias veces Jocken la había guiado hacia los pecados condenados por su padre, mientras solía esconderse bajo el rostro de alguien más. Era su karma cargar con el peso de las debilidades que la habían alejado de su santa voluntad.

Se deslizó con gracia del techo de aquella construcción y recargada contra un débil andamio de acero, se sostuvo como una pequeña gárgola de piedra sobre el reborde del edificio. Buscó el lugar que el recolector le había dado como último recurso. El olor ocre de las fábricas se mezclaba con el del agua en movimiento a tan solo unas manzanas de distancia, si miraba sobre su hombro podía reconocer el brillo austero del puente que cruzaba el puerto, inundado en niebla cada vez más espesa.

A sus ojos aquello era señal de que comenzaba a amanecer, habían pasado toda la noche recorriendo la ciudad sin parar, y según el mapa de su mente ese era uno de los últimos lugares donde podrían buscar antes de comenzar a pensar en Luís como alguien muerto. Mikaela no se lo dijo, pero era evidente en sus ojos y en la manera en que la había atraído para abrazarla cuando Génesis depositó la semilla de la esperanza en su pecho. Estaba desesperado.

—Necesito que me escuches con atención. —Le había dicho el recolector, arrugaba el papel entre sus manos—. Si no consiguen nada para antes del amanecer pueden visitar este lugar como último recurso.

—¿Por qué no ir primero? —cuestionó, estaban solos, había sido el momento perfecto para preguntar.

¿Por qué no fuiste por tu cuenta?

—No puedo pisar ese lugar, aunque quiera. —El cazador adivinó lo que pensaba y se masajeó el cuello con incomodidad—. Ella es... una vez que lleguen se van a dar cuenta a lo que me refiero.

—¿Quién es?

—Su nombre es Dalia. —Él quería disimularlo, pero Génesis estaba lo suficientemente cerca como para sentir el temblor en su voz—. Es agente de la Corte, y tiene ojos por toda la ciudad.

Se aferró a la piedra del balcón de vuelta a la realidad. En todos los lugares en los que se presentaron recibieron respuestas cargadas de ambigüedades que terminaban de ponerla de mal humor, se enfrascaban en una discusión, o peor, una pelea. Último recurso había dicho Mikaela, a Génesis no le entusiasmaba la idea de ver a otra de esas criaturas infernales de nuevo, pero el mundo se había convertido en un océano suspendido en el tiempo y parecía haberse tragado cualquier rastro de esa conflictiva quimera.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now