|Capítulo 35: Capricho divino |

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—Me juzgaron por mis sueños,

"las pesadillas no pueden tenerlos" dijeron

se ensañaron con mi cuerpo y

me condenaron gracias a ellos.

Génesis se estiró un poco en el sillón, Mikaela se recostó contra su costado, recargando las piernas sobre el asiento, como si buscara disminuir un poco el tamaño de sus horribles pesadillas

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Génesis se estiró un poco en el sillón, Mikaela se recostó contra su costado, recargando las piernas sobre el asiento, como si buscara disminuir un poco el tamaño de sus horribles pesadillas. Al contrario de lo que pensó al principio, estaba cómoda sirviendo como almohada personal de ese recolector, lo cual no mermó el sentimiento de culpabilidad que le picaba la conciencia.

¿Por qué lo hacía?

Si se había acercado a él era porque le recordaba a su padre en su época de intensa enfermedad, pero eligió quedarse incluso después de que su burbuja se rompió y notó la diferencia, al escucharlo murmurar el nombre de su amante. No pudo dormir debido al peso de sus pensamientos, preguntas sin respuesta y la idea fija de que una noche a su lado no iba a hacer nada para mejorar las condiciones del hombre tembloroso entre sus brazos.

Él no era su padre ¿Por qué le importaba?

Tuvo que hacer uso de aquellas memorias obsoletas para tratar de pensar en el sentimiento que lo atravesaba. Génesis consideraba el amor como la maldición más devastadora de Ansía. En cualquiera de sus formas podía unir el destino de las desgracias de una manera que ningún contrato divino podría, o roer la voluntad de la asesina más letal hasta que no quedara más que el cascarón vacío de una niña que extraña a su padre.

Así, reconocer que Mikaela amaba a Luís la puso de mal humor. Intervenía directamente con su propósito.

La muerte enamorada de la vida, qué cliché Mikaela, incluso para ti.

Quiso decírselo en la cara con el enojo que había acumulado durante esos días, pero despertarlo solo para reclamarle por su debilidad ¿Por qué? No podía hacerlo sin exponerse demasiado a la aguda percepción de él. No había hecho nada más que esconder sus problemas. Se negaba a mostrarle esa clase de debilidad, no creía que supiera manejarla.

Había cuidado de su padre a costa de palizas crueles cuando el peso de las pesadillas fragmentó su conciencia, no tenía por qué subestimarla.

Cerró los ojos con el ceño fruncido y trató de descansar su cabeza, empezaba a dolerle otra vez, pero escuchó pasos sutiles arrastrarse por el suelo. Había estudiado el mapa de la biblioteca que encontró en uno de los cajones, por lo que no le costó localizarla. Aquella presencia se quedó un instante en la puerta de su habitación y continuó. Era alguien que no quería ser descubierto, la estaba observando.

Génesis transformó sus ojos en los dos orbes aguamarinas, y se deslizó con suavidad lejos de Mikaela. En completo silencio se enderezó para avanzar en la dirección contraria de aquel sonido hasta salir de la zona semicircular de lectura. Localizó la ubicación de aquella respiración en la esquina más cercana a las habitaciones y deshizo su cuerpo entre las brumas de su abismo.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now