|Capítulo 5: No respires su aroma |

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—Me susurraron que era la raíz,

que yo les di la vida a todos después de nacer,

también que les busqué la muerte,

yo les creí y lo intenté.

«Cuando llegaste a mi vida, supe que eras lo más perfecto que mis manos fueron capaces de crear, la única en comparación a esas bestias con ojos humanos

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«Cuando llegaste a mi vida, supe que eras lo más perfecto que mis manos fueron capaces de crear, la única en comparación a esas bestias con ojos humanos. Las Quimeras fueron mi segundo gran error, dejar que los Sin Rostro llegaran al mundo humano fue el primero»

—Si vas a vivir en mi casa vas respetar mis horarios. —Le había gritado el hombre mientras salía del baño con una bata de toalla, el cabello largo le chorreaba agua y empezaba a formar un charco en el suelo. Génesis podía escucharlo sin necesidad de asomar la cabeza—. Hoy voy a abrir el bar y antes tengo que hacer una entrevista. No esperaba contratar a otra Quimera después de lo que pasó la última vez...—Su silencio perturbado indicaba que algo había sucedido con los empleados anteriores, a Génesis no le sorprendió, esas criaturas no eran de fiar—. Pero necesito que ocupen el puesto lo antes posible, porque se llena mucho y estoy corto de personal.

—¿Y a mí qué me importa?

Los oídos le zumbaban mientras se sobaba las sienes, con un gruñido había apartado la cortina del rincón en el que solía echarse. Mikaela caminaba por el lugar sin parar. Le hubiera gustado decir algo más, pero ya estaba otra vez recibiendo sus largas frases.

—Ah... Quimeras, son demasiado lindas para vivir tan poco —suspiró el Recolector de forma teatral mientras observaba su reflejo en el espejo, se retocaba el maquillaje que cubría sus obvias cicatrices—. Una lástima que Caos las haya maldecido por ser tan confianzudas.

Las palabras de su padre se colaron de sus recuerdos otra vez.

«Las Quimeras fueron mi segundo gran error»

Eran criaturas con cuerpos aparentemente humanos que se esforzaban en ocultar sus rasgos salvajes, porque a su alrededor existía una sociedad que los rechazaba igual que su dios. Algo potencialmente peligroso si contaba con que ellas lograban reproducirse más rápido que un simple humano. La maldición de su padre parecía ser lo único que las mantenía a raya por el momento y eso a Génesis la liberaba de cometer una nueva matanza generalizada.

—Una lástima que su dios no haya podido contemplar que también tenían deseos y aspiraciones, se le olvidó ese pequeño detalle.

No había notado hasta el momento, que los ojos dorados de Mikaela la observaban a través del espejo. Génesis le devolvió una mueca de enfado, su cuerpo entero se había tensado ante la mención de su padre. Ni siquiera ella hablaba del creador de esa manera, no tenía derecho.

«Las Quimeras fueron mi segundo gran error»

—Ellas se lo buscaron —dijo reacia, como siempre le costaba hablar de las memorias mezcladas en su cabeza, demasiado tiempo había pasado ya—. Las Quimeras debían proteger a los humanos, fueron creadas para servir de guías, pero lo traicionaron para seguir sus deseos egoístas y arruinaron la reputación del Creador.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now