|Capítulo 2: Escapa de su guadaña |

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—Hasta que aparecen las estrellas,

pequeñas gotas que forman la grieta.

Allí nace algo, en el fondo

se alimenta de las bestias. 

«Los Sin Rostro no son como nosotros, ellos nacieron de la grieta, su esencia se creó en la desgracia y al final se convirtieron también en el origen de la misma»

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«Los Sin Rostro no son como nosotros, ellos nacieron de la grieta, su esencia se creó en la desgracia y al final se convirtieron también en el origen de la misma»

Las nubes en el cielo preludian la tormenta. Bajo su nariz se arremolinaba la humedad en el ambiente, si inspiraba podía detectar el embotamiento que envolvía los aromas naturales de ese lugar. Los volvía más intensos. Génesis se sostuvo de ese balcón con gracia silenciosa, como un gato a punto de saltar por su presa, fijó la atención en ese halo de luz en medio de la oscura niebla.

Mikaela pasó justo en el momento que esperaba, corría ligero sobre el asfalto, parecía que sus pies no tocaban el suelo y en realidad sobrevolaba la calle a una distancia injusta, perfecta para que cualquiera al asomar la cabeza pudiera verlo.

Sin embargo, no había nadie a esas horas de la noche y Génesis se sintió como una intrusa en el ambiente de ese Recolector. Su rostro bajo las luces, sin los anteojos que solía portar, era tan angelical como el aura que desprendía al estar a su lado. Ahora el miedo se había esfumado de su sistema y tenía los ojos clavados en algún punto más allá de la oscuridad de las callejuelas siguientes. Fruncía el ceño y las cicatrices acentuaban la crueldad inmaculada de su gesto.

Génesis recordaba haber visto esa expresión en otro lugar y la visión de ella en la actualidad sirvió de distracción suficiente para hacerle perder en la carrera.

Mikaela era tan rápido que solo bastó un segundo para perderlo de vista. Intentar seguirle la pista por el suelo no era opción. Génesis se inclinó hacia el vacío que suponía el segundo piso de ese balcón y saltó, su abismo se encargó de recibirla con los brazos helados listos para cerrarse a su alrededor.

Volvió a sostenerse de un nuevo entramado de caños sobresalientes. La arquitectura de la ciudad le facilitaba las superficies de dónde podía sostenerse, era peligroso hacerlo porque cualquiera que estuviera despierto iba a poder observar su sombra agazapada en la oscuridad, pero era lo suficientemente rápida, las miradas no iban a alcanzar a decodificar ese movimiento febril en el rabillo del ojo. Su rostro pálido era una mancha blanca envuelta en cabello enmarañado, era un fantasma, apenas lograba notar su propia existencia. 

Génesis olfateó el aire para localizarlo, a la vez que ajustaba su audición para escucharlo acercarse, nada interesante.

Gruñó, la había dejado atrás.

Una cuadra más allá, saltó y aferró sus manos convertidas en garras no tan alargadas. El sonido de la dureza contra el metal goteaba en esa noche asfixiante, sus músculos tensos por la anticipación. Otra cuadra, dos, tres, cuatro.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now