|Capítulo 41: Extirpar a la sombra|

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—Eran mis hijos, míos,

Si extendía la mano con ellos

no existía superficie que no pudiera poseer.

Eran tan simples de alcanzar. 

 

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Génesis había sacrificado sus horas de sueño conviviendo con Alexandra para memorizar el mapa lo antes posible. La mujer le generaba una sensación extraña, miraba a las personas como si quisiera calcular sus debilidades, pero no la incomodaba en absoluto, le era familiar. Ese era el problema.

Estaba nerviosa, trataba de distraerse con cualquier pensamiento de la cantidad de cosas que podrían salir mal si ella fallaba al entrar. Su abismo inquieto se encargó de hacer que lo notara. Las reglas que tenía ese monstruo eran claras, las había aprendido con su padre.

No podía perder de vista el objetivo, no podía dejar de visualizar un lugar cuando iba a utilizarlo, y jamás, bajo ningún concepto, podía dejarse abrumar por el peso de sus sentimientos o iba a terminar perdida en el vacío nublado por las pesadillas, el plano del que venía su padre. El mismo que le hizo perder la cordura en el mundo humano.

También debía alimentarlo con regularidad, fue lo siguiente que hicieron luego y en contra de las quejas de Mikaela, Génesis los llevó a ambos a la terraza más alta que pudo encontrar. Las alturas se sentían como una vieja amiga, observar las pequeñas luces de la ciudad cual cielo invertido casi siempre lograba tranquilizarla. Sin embargo, el recuerdo de su padre se mantuvo presente en su memoria.

Más de una vez en el pasado había pensado en dejar su tarea e ir a buscarlo a través de su abismo. Ella era mala para las palabras y los escritos, había tardado en acostumbrarse a volver a leer tras tanto tiempo viviendo a la intemperie, y dudaba de su capacidad para recordar cómo escribir, pero nunca se había permitido perderse en la ciudad. Y el reino de su padre era un reflejo de ella.

Era buena con los mapas, conocía el susurro del viento que le informaba sobre el clima característico de una ubicación particular. Tenía la memoria suficiente para discernir entre una gran cantidad de sonidos y olores, pero la cuna de los sueños olvidados funcionaba de forma diferente. Apenas pusiera un pie en esas tierras, las pesadillas listas para arrancarle la carne de los huesos iban a ser un susurro al lado de la vorágine que iba a desencadenar la ira de su Dios al enterarse de que había roto su palabra de llevar a cabo su voluntad. Se estremeció de solo pensarlo, la ira de su padre no era un factor con el cual pudiera negociar.

Era bastante cobarde en realidad.

Observó a Mikaela parado a su lado, hacía unos minutos había dejado de caminar con nerviosismo. Estaba sorprendentemente callado, solo veía su perfil frente a las luces intermitentes, el color antinatural de sus ojos se derramaba como el oro ardiente. Estaba preocupado, aun así, había querido que ella se relajara a pesar de las circunstancias. Apreciaba eso y le perturbaba en partes iguales.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now