|Capítulo 33: Requiescant in pace|

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 —Ellos me cuidaban

más de lo que podría aceptar.

Siempre atendían mis llamados,

y sus voces calmaban mis pesadillas.

—Sigo pensando que tu plan es una porquería —gruñó Génesis al bajar del taxi, Mikaela la ignoró como lo había hecho durante todo el trayecto hacia el cementerio y le sonrió con honra al pagarle al conductor que escondía las plumas negras bajo la b...

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—Sigo pensando que tu plan es una porquería —gruñó Génesis al bajar del taxi, Mikaela la ignoró como lo había hecho durante todo el trayecto hacia el cementerio y le sonrió con honra al pagarle al conductor que escondía las plumas negras bajo la bufanda carmesí—. ¡Hey! ¿Me estás escuchando?

—Es imposible no hacerlo, pero no recuerdo haber pedido tu opinión. —El recolector la alcanzó en una zancada, y cerró el abrigo de piel a su alrededor—. ¿Podés confiar en mí?

Génesis murmuró algo, y se alejó del rostro sereno del hombre que deseaba ponerse en peligro, sondeó el espacio con sus sentidos hipersensibles para comprobar que no hubiera ninguna persona alrededor del gran cementerio, y dio un paso hacia la oscuridad.

Deshizo sus extremidades y las volvió a manifestar a más de tres metros sobre el suelo, agazapada encima de la elegante fachada de la entrada de columnas dóricas que rezaba el nombre del cartel labrado en dorado "requiescant in pace", se concentró en hacer su parte pese a sus negativas.

Confío en ti, aunque seas un mentiroso.

Enfocada en el caminar casi imperceptible. El recolector no necesitó forzar la entrada del cementerio, la misma estaba abierta para acunar a los muertos que jamás iban a poder descansar en paz. Desapareció entre los pasillos de los mausoleos, y emitió un suave silbido, esa era su señal.

Estúpido plan.

Soltó su agarre al mismo tiempo que se dejaba consumir por su abismo y calculó la longitud de la rama sobre la que volvió a apoyarse. Un escenario diferente al anterior, más oscuro, tan solo las pequeñas luces amarillas, instaladas entre las flores marchitas en el suelo de las grandes construcciones familiares, le facilitaban la visión. El pasillo por el que había caminado Mikaela se extendía transformado en un sendero, donde las ramas de un tronco enorme rompían la tierra y se enroscaban a las columnas de mármol. Una hilera de ángeles inmortalizados en piedra se interponía entre el cazador y la entrada al panteón.

Invadir un cementerio durante la noche, según Mikaela, era la mejor forma de encontrar la muerte a manos de los que sufrían la explotación laboral. El recolector dio una media vuelta desenganchando el botón de su abrigo y comenzó a hablar.

—Hoy hace una noche maravillosa.

El silencio que reinaba era asfixiante, no era sorpresa que a él no le gustara.

Poniéndote en peligro dudo que vayas a lograr algo. Es demasiado obvio que lo haces a propósito.

—¿No están de acuerdo conmigo, compañeros? —La noche se llevó sus palabras, y consumió cualquier atisbo de humanidad.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now