|Capítulo 23: El ideal de la muerte|

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—Ellos lo sabían,

pero no me advirtieron del peligro,

no creyeron que fuera capaz de sobrevivir,

de igual manera, nunca fue una amenaza.

Al bajar de la plataforma Mikaela fue interceptado por unas cuantas personas enmascaradas que parecían emocionalmente dispuestas a hablar con él, Génesis observó su lenguaje corporal por un corto instante de tensión en el que se preguntó si debía ...

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Al bajar de la plataforma Mikaela fue interceptado por unas cuantas personas enmascaradas que parecían emocionalmente dispuestas a hablar con él, Génesis observó su lenguaje corporal por un corto instante de tensión en el que se preguntó si debía intervenir, segundos después se cuestionó por qué haría tal cosa, no era a él a quien tenía que vigilar. La mitad de las personas que lo rodeaban buscaban expresarle su profunda admiración, la otra mitad solicitaba un número al cual pudiera llamar para contratar sus servicios. Génesis frunció el ceño.

Su mentira estaba muy bien formulada.

Volteó hacia el hombre de traje impoluto antes de recibir su piquete en las costillas otra vez, no parecía tenerle mucho cariño a aquella extremidad, se la iba a arrancar si volvía a tocarla.

—¿Es muy temprano para pedirte lo de siempre? —preguntó, el tono de su voz dio entender que buscaba otra cosa en realidad, él torció la cabeza e hizo un corto sonido de inspiración que la irritó aún más—. Oh, sos una mujer.

El rojo de las luces teñía su cabello peinado en exceso, la máscara dejaba descubiertos sus labios delgados, ensanchados por la sonrisa repleta de filas de dientes finos como agujas, Génesis lo escuchó suspirar con fastidio tras su corta y hostil respuesta.

—Está cerrada.

—Prepará el trago, mujer —mandó él mientras observaba su intrincado reloj, la hostilidad comenzó a manar de la piel descubierta, se inclinó sobre la mesa y tironeó del abrigo que ella usaba para cubrir su figura—. Es una orden.

En respuesta, la muchacha emitió un ruido grave con la garganta, y la ira quemó sus extremidades. Se alejó de las manos del hombre, para rebuscar entre las botellas ubicadas a sus espaldas. Sin repasar las etiquetas las abrió, y comenzó a probarlas una a una, bajo la presencia sorprendida de la quimera que buscaba su muerte. Él se rascó la barbilla en confusión, en su cuello y bajo el puño de su saco crecía un entramado de líneas azules, comparables al color de sus ojos.

Las arrugas reunidas alrededor de sus párpados no alcanzaban a delatar la edad, que Génesis pudo percibir al sondear las capacidades ocultas en su sangre.

—¿Desde cuándo contratan bestias en este lugar? ¿Dónde está el gerente?

Medía dos metros de alto, la piel de su mandíbula estaba húmeda y sus labios rojos por la sangre ajena, probablemente era capaz de partir un trozo de concreto con sus dientes, también de arrancarle la garganta a cualquiera de un mordisco. A juzgar por sus ademanes controlados, su intento de hacerlos parecer relajados, esos no eran sus músculos reales. Ocultaba su forma real, tras la masa trajeada de más de ciento cincuenta kilos. Esa cosa adivinó que era una mujer sin esfuerzo, y sin más había picado el punto específico de su anatomía con una fuerza que a un humano podría haberle partido una costilla, la quería herida incluso antes de preguntarle cualquier cosa, solo por mero divertimento.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن