|Capítulo 3: Un cadáver más|

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—No quería sentir la oscuridad nunca más,

pero sus voces me llamaban,

Esperaban que las consumiera,

y no me dejaban descansar.

y no me dejaban descansar

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—Campos. —La voz del comisario resonó contra su oreja a través del celular, hablaba más alto de lo humanamente posible a las tres de la mañana—. Apareció otro, necesito que te encargues, ahora.

—¿Buenos días? —Encontró su voz, era sarcasmo, Mare le respondió con un suave murmullo de voz ronca antes de cortar.

Estaba segura de que aquello había sido una risa, del estilo que solía soltar al ser consciente de que le complicaba la vida a voluntad. Reina intentó parpadear, pero estaba frente a la luz cegadora de la pantalla con los ojos todavía medio pegados.

Hijo de puta, insoportable.

Se levantó entre bufidos a un ritmo que ninguna tortuga envidiaría, trasladó su cuerpo hasta el baño y no se dignó a soltar la frazada hasta que llegó a la puerta. Sólo entonces notó que hacía demasiado frío para pegarse un baño rápido. Se conformó con lavarse la cara y las axilas entre muecas de dolor, sus huesos se quejaban por el sueño interrumpido. Con la tormenta de la noche le había costado dormir. No encendió la luz y evitó el espejo hasta que fue completamente necesario.

«No puedes evitarme por siempre, Reina»

La voz de la otra se vio opacada por el irritante sonido de su celular, lo agradeció, pero emuló el dolor de cabeza que empezaba a atacar sus sienes. Lo encontró y casi se tropieza en el proceso, pateó la frazada lejos, y respondió sin mirar quien era el remitente.

—¿Qué? ¿Qué carajo querés? —Las preguntas se escaparon de sus labios impulsadas por intenso su mal humor, pero se arrepintió al instante, en lugar de su odioso jefe, Lorenzo lanzó un gruñido—. Ah, disculpa...

«¿Son todos animales? ¿Qué tanto gruñen?»

—Buen día, Reina —contestó, su compañero de trabajo—. ¿Estás en tu departamento? Voy a pasar a buscarte.

—Sí, pensé que era... —Antes de que terminara de pronunciar las palabras cortó.

La rabia burbujeaba en su pecho, pero necesitaba reprimirla, en ese estado no iba a poder tratar con la gente como en un día normal. Volvió al baño y encendió la luz, esta vez internó la cara en el agua para sacarse el sueño de encima. Al alzar la cabeza se enfrentó a su reflejo por un segundo que se le hizo eterno, hizo una mueca mientras se peinaba el cabello corto hacia atrás, la imagen del cristal le devolvió una gran sonrisa.

«¿Otro cadáver para recoger?»

—Cerrá la boca —respondió.

Tomó sus cosas, y con la camisa a medio abrochar salió de su departamento. El cielo estaba cubierto de una densa capa de oscuridad, la luna se alzaba en lo alto como un ojo fantasma y la humedad volvía borrosos sus bordes claros. Después de la tormenta, la niebla consumía la poca iluminación que había, y no proyectaba las sombras sobre el suelo. Parecía que un enorme incendio había consumido la ciudad en su lugar y solo dejó la fría ceniza.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now