|Capítulo 21: Tras las puertas de Void|

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—Era un insulto en sus bocas,

mi conciencia me torturaba.

Necesitaba algo más que mi nombre,

hasta que la encontré.

Génesis odiaba peinarse

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Génesis odiaba peinarse.

En el pasado, cuando la calle era su único hogar, ni siquiera se proponía poner un dedo encima de su cabello. Lo tenía quebradizo, se le caía a montones, o de otra manera se lo arrancaba dormida por el peso de sus propias pesadillas. Al despertar, siempre en un lugar diferente, muchas veces cerca de personas asqueadas que observaban su figura enfermiza con los ojos cargados de asombro, nadie creía que alguien tan maltratado pudiera seguir vivo, y con tantas ganas de golpearlos.

«Hasta que vuelva, no dejes que nadie se atreva a tocarlo.»

Tiempo después, al darse cuenta de que Caos la había abandonado, dejó de observar los rostros con la esperanza de encontrarlo. Comenzó a ver el suelo iluminado en la noche, y a comer lo primero que encontraba allí. Sí el cabello ondulado se le interponía, soltaba un gruñido animal, extendía las garras y lo cortaba con su filo sin pensar, jamás estuvo para dudar de algo tan simple.

Su padre era el único que buscaba suprimir sus reacciones salvajes, sin él no existía un control, pero ella se sentía demasiado perdida para considerar su libertad.

Estaba a punto de cortarlo al escuchar la voz del cazador desde el otro lado de la cocina, le cantaba a Luís una canción romántica en francés según él, Génesis no comprendió, ni quiso hacerlo. Mostró una mueca al verse en el espejo. Le hubiera gustado pensar que su voz sonaba horrible, como el aturdidor sufrimiento de una gallina, pero no era el caso.

El recuerdo fugaz de su padre arrullándola le dio escalofríos.

—¿Qué creés que estás haciendo? —preguntó Mikaela, de repente apoyado en el umbral, sus movimientos a menudo eran peligrosamente silenciosos, y Génesis cometió el error de dejar la puerta abierta, flexionó las falanges terminadas en puntas filosas para señalar su cabello.

—Voy a cortarlo.

—¿Qué? ¿Por qué? —El cazador se cruzó de brazos, su larga melena ondeó sobre su hombro. Luís le había deshecho la trenza, y no llevaba más que una camisa sin abrochar, eran visibles las cicatrices de su abdomen.

—¿Qué te importa? Es molesto —respondió de todas formas, esperaba que se fuera, pero los ojos dorados la observaron a través del espejo, no había asco, solo una amalgama de emociones que no deseaba pararse descifrar.

La voz de Luís les llegó desde la puerta de entrada, avisaba que ya se iba, Mikaela hizo desaparecer su intenso escrutinio, y fue a despedirlo. Antes la señaló, con los ojos entrecerrados.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now