|Capítulo 31: El toque de la muerte|

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—Me habló del lugar de donde venía,

un paisaje exótico, brillante

que solía apagarse en la noche,

cuando todos se iban a dormir.

Supo en el momento en que Génesis desapareció entre la gente, que su necesidad de evitar el conflicto directo en Void había quedado enterrada junto a su cadáver desde hacía más de cuatrocientos años

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Supo en el momento en que Génesis desapareció entre la gente, que su necesidad de evitar el conflicto directo en Void había quedado enterrada junto a su cadáver desde hacía más de cuatrocientos años. Mikaela volvió sobre sus pasos en un intento inútil por preservar la vida de la mujer que había dejado en la barra hacía solo diez minutos.

Del conjunto de desgracias que habitaban Ansía, los recolectores como él se destacaban por su frialdad. Se encontraban desfasados de la realidad por la insensibilidad de sus cuerpos, y el invisible rastro de dolor que habían tenido que soportar al ser torturados por los verdugos de la humanidad. Las quimeras eran lo opuesto, con sus sentidos hiperagudos y la huella del dios del sol impresa en su sangre, tenían la capacidad de estallar en una maraña de emociones incontrolables conectadas con su instinto más animal. Uno que parecía justificar la clase de acciones que de las que no planeaban arrepentirse, ya sea por su orgullo colosal, o porque la humanidad iba a ser siempre capaz de soportar el peso de sus errores.

Ni siquiera una criatura tan maravillosa como Luis lograba salirse de la cruel condena impuesta por la naturaleza. Lo encontró envuelto en un ataque de ira, y todo lo que Mikaela pudo hacer fue jalarlo de la nuca con más violencia, realizarle una zancadilla aprovechando que se encontraba centrado en otro lugar, y apresar su cuerpo contra el suelo.

Mikaela se posicionó sobre él, Luis intentó liberarse con fiereza de la cárcel del más alto, y sintió sus garras abrirse camino a través de la ropa. La sangre brotó de las heridas en sus hombros, entre el ritmo ensordecedor de la música y los gruñidos incontenibles que salían de sus labios. Percibió el calor imposible que emanaba como una ligera tibieza en sus cortaduras, supo que estaba ardiendo porque había perdido el control. Con un bramido iracundo la quimera hizo volar la máscara de cuervo que llevaba puesta, y su rostro quedó al descubierto.

El cazador golpeó su cuerpo una vez más.

—¡Mirame!

Luis hundió más las uñas en sus hombros, notó con horror que era lo que le causaba tanta desesperación. En su rostro dos manchas sangrientas no habían terminado de regenerarse con propiedad, y sus ojos no estaban.

Aquel descuido valió que Luis cortara, sin proponérselo, las correas que mantenían el arma pegada a su espalda. Mikaela lo golpeó contra el suelo, acercó su rostro y encajó un cabezazo brutal en la frente de la bestia que lo dominaba. Una herida se abrió y una gota de sangre bajó entre su ceño fruncido, hizo que Luis percibiera su presencia lo suficiente para lograr articular aquellas palabras que hicieron a su estómago retorcerse.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now