|Capítulo 6: El día en el que mueras |

447 55 303
                                    

—¿Qué hay más poderoso que un dios?

Alguien que finge serlo.

La historia que deben creer es:

Todo lo que dicen de mí es cierto.

 «Cargas con una parte de mí y del mundo de dónde vengo, sos un milagro, pero la mayoría del tiempo van a maldecirte

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

 «Cargas con una parte de mí y del mundo de dónde vengo, sos un milagro, pero la mayoría del tiempo van a maldecirte. No les dejes saber de tu existencia, no les digas tu nombre»

Ahora que su padre se había ido, la razón de su existencia le pesaba hasta el punto de que le costaba respirar. Recordaba las manos de él alrededor de su cuello, en realidad, ellas nunca la habían abandonado.

Tomó de un tirón el abrigo que le ofreció el cazador y salió al exterior. Caminó hasta que su pie se hundió en el concreto, el abismo la esperaba con los brazos helados. Acunó su tembloroso cuerpo en la oscuridad y la consumió. La falta de aire le laceró los pulmones, pero lo soportó con gracia silenciosa. Jamás se quejó con su padre, y menos lo iba a hacer ahora que apenas recordaba la sensación de una herida abierta. La cantidad de tajos recibidos por su cuerpo junto al dolor que causaban estaban perdidos en el plano revuelto de su memoria.

Su abismo la depositó sobre la cima de un edificio cercano. La densa capa de oscuridad se revolvió inquieta al soltar sus extremidades, intentaba aferrarse a su piel más tiempo. Lo obligó a desaparecer, Génesis no podía descuidarse. Por el bien de la detestable humanidad, debía mantener a esa criatura dormida, era lo único que podía hacer mientras tanto.

Ella era consciente de que se encontraba a más de veinte pisos del suelo en alguna zona de la terraza del edificio, porque podía ver los pequeños puntos brillantes causados por las luces eléctricas, se esparcían entre el grueso telón de niebla negra. La iluminación verdosa de algún cartel proyectaba una vaga sombra por encima del camino que trazaban sus pasos. Ignoraba el paisaje estrellado sobre su cabeza, nunca fue capaz de verlo.

—Cálmate, estúpida. No va a volver.

Cerró los ojos, ofuscada.

Necesitaba calmarse, lo último que quería era mostrarle su debilidad a ese Recolector. Debía respirar, pero ella ya estaba harta de intentarlo. No se dio cuenta del momento exacto en el que empezó a correr hacia el borde, la desesperación formaba un nudo en su pecho. El suelo desapareció de un tirón y por un instante creyó que iba a flotar hacia un lugar desconocido. Se estiró, su cabello le acarició el rostro y terminó de arañar el cielo con sus dedos antes de precipitarse al vacío.

No podía morir, hace tiempo había dejado de intentarlo también.

El viento le golpeó el rostro y su abrigo se agitó a sus espaldas, esa noche no iba a tener frío. Génesis se dedicó a caer en lo que lograba tranquilizarse. Su abismo estuvo justo en el lugar que esperaba y el curso de sus pensamientos la envió a la escena del crimen. Donde la Sombra emitió sus últimas palabras, las cuales no quería recordar.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now