Vidas Conectadas

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Todo comenzó en un día como cualquier otro para Senku y Kohaku. Ellos eran dos personas que no se conocían para nada. Nunca cruzaron sus caminos ni supieron de la existencia del otro, y sin embargo de alguna forma un día sus vidas se entrelazaron.

Y fue de la manera más ilógica que cualquiera pudiera haber imaginado.

Senku estaba en su laboratorio como cada tarde, sumergido en sus proyectos científicos. Kohaku estaba a cientos de kilómetros de distancia, caminando por las calles de Tokio de camino a su hogar luego de un largo día en el trabajo.

No había forma aparente de que pudieran conocerse en esas circunstancias, pero de algún modo sus vidas se conectaron solo unos minutos después, incluso a kilómetros de distancia.

Senku vertió cuidadosamente unas gotas de glicerina en la mezcla dentro del matraz. Kohaku se topó con una pandilla en medio de su tranquila caminata.

Y de repente Senku vio frente a sus ojos rojos el panorama cambiar a un callejón en la ciudad y notó un cuchillo aproximarse a su cuello, mientras que Kohaku de pronto se vio en un laboratorio, frente a todo un juego de química delante de sus ojos azules. Y al mismo tiempo, ambos sabían que no se habían movido de sus sitios.

-¡¿QUÉ MIERDA?! -gritaron ambos, solo para congelarse al escuchar una voz ajena a la suya decir exactamente lo mismo.

Senku, con problemas para distinguir entre el callejón y el laboratorio, derramó glicerina de más en la mezcla y esta de inmediato reaccionó y una gran capa de humo se extendió por todo el laboratorio.

Kohaku no pudo concentrarse en sus atacantes al ver al mismo tiempo el callejón y un laboratorio, y un tipo la inmovilizó mientras otro mantenía el cuchillo presionado contra su garganta, amenazando con que si gritaba o se movía la mataría.

Ninguno pudo reaccionar adecuadamente a las situaciones que estaban viviendo. Era como si vieran dos realidades encimadas, casi transparentadas. Senku veía el humo en su laboratorio, pero también veía y escuchaba a los hombres amenazarlo. Kohaku veía a la pandilla atacándola, pero la visión del humo en esa especie de laboratorio súper tecnológico volvía todo confuso. Sus visiones y su audición estaban entremezcladas, pero ambos sabían muy bien donde estaban parados. Aunque no entendían en absoluto por qué veían y escuchaban como si estuvieran dentro de la cabeza de otra persona.

-¿Qué demonios está pasando?... -susurró él, siendo escuchado por Kohaku que a duras penas estaba defendiéndose de sus atacantes.

Esos imbéciles estaban tratando de manosearla y esa voz en su cabeza y las extrañas visiones la estaban distrayendo, así que aparte de empezar a entrar en pánico se enfureció.

-¡Cierra la boca! -le gritó molesta, pateando a uno de los idiotas que quiso levantar su vestido.

-Tengo que estar enloqueciendo... -murmuró Senku, pálido.

-¡Te dije que te calles! -Finalmente Kohaku pudo distinguir más de lo que tenía enfrente en vez del humo en el laboratorio y empezó a defenderse mejor.

Senku palideció aún más. Estaba viendo una extraña visión donde aparentemente era una chica que estaba siendo atacada, ¡y lo peor es que ella estaba respondiéndole a lo que decía!

¿Qué clase de enfermedad mental era esa? Se le ocurrían varias cosas pero... ninguna acababa de encajar por completo.

Kohaku, al sentir que la molesta voz finalmente estaba en silencio, forzó su vista al máximo para poder concentrarse en sus atacantes. Y una vez lo hizo, sonrió ferozmente, sabiendo que aunque fueran cuatro bastardos ella no se iba a dejar vencer fácilmente. ¡No había dedicado toda su vida a las artes marciales en vano!

One-shots SenHakuWhere stories live. Discover now