Último Café

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Senku y Kohaku lo tenían muy claro: esta sería la última vez que se verían.

Al menos por voluntad propia.

Diez años después de haberse conocido, ya con la humanidad salvada casi por completo, al menos en la medida en la que ellos pudieran intervenir, ambos habían acordado esta cita en la casa de Senku para hablar de un tema que llevaba muchos años molestandolos:

El amor de Kohaku hacia Senku.

Hace un par de años se lo había confesado, y Senku había sido muy rotundo al rechazarla.

—Sabes lo que pienso de esas cosas tan absurdas e ilógicas, Kohaku —le había dicho en ese entonces.

El rechazo dolió, pero Kohaku insistió en que simplemente quería pasar tiempo a su lado, incluso si era solo como amigos.

Insistió en mudarse con él a su casa en lo alto de un monte donde siempre estaba en paz para hacer estallar cuantos experimentos quisiera, cazando, pescando y cosechando para ambos, asegurándose de que él comiera y durmiera bien. Siendo su eterna compañera, su eterna mejor amiga.

De verdad había creído que sería feliz solo estando junto a él… pero… no pudo.

Cada vez que él le sonreía su corazón brincaba violentamente en su pecho. Cada vez que la miraba a los ojos por aunque sea un segundo ella sentía sus ilusiones elevarse hasta los cielos y más arriba. Y cada vez que lo tenía cerca se le hacía más y más difícil contenerse de tocarlo. Cada día lo amaba más.

Un día de esos lo encontró dormido sobre su escritorio, con la cabeza apoyada en sus brazos.

La vista la había hecho sonreír tiernamente y se acercó a él para despertarlo, pero al acercarse más y vislumbrar sus atractivas facciones, sus dedos temblaron y un impulso la hizo inclinarse hasta rozar su nariz con la suya.

Y entonces rozó suavemente sus labios contra los suyos, antes de apoyarlos con un poco más de firmeza, saboreando su calidez.

Sin embargo, rápidamente se avergonzó por sus acciones y se apartó silenciosa pero rápidamente, con el rostro enrojecido y los ojos aguados al darse cuenta de lo mucho que realmente deseaba ser más que su amiga.

—¿Qué estoy haciendo?... —se preguntó amargamente.

Después de un año viviendo juntos, el trato de Senku hacia ella nunca cambió. Seguía siendo solo una amiga para él.

Y Kohaku decidió que no podía soportarlo después de todo.

—¿Te irás? —Al verla ya con las maletas a medio camino de la puerta, Senku apartó la mirada de sus planos y alzó las cejas.

—Sí…

—Ah. —La forma en la que rápidamente volvió a mirar sus planos le rompió un poco más el corazón.

—Adiós… —Dio media vuelta, con un nudo apretándole la garganta.

—Que tengas buen viaje. —Bostezó y ella abrió la puerta con la mirada gacha—. ¿Y cuándo vuelves, por cierto?

Eso la hizo detenerse.

—No voy a volver, Senku —admitió en un susurro después de un momento de duda.

One-shots SenHakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora