Ángel de Nieve

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—¡Senku, está nevando afuera! —Byakuya tomó los hombros del pequeño Senku de ocho años cumplidos ese mismo día y lo sacudió cariñosamente—. ¡Es como si el cielo te diera un regalo de cumpleaños! ¡Vamos afuera a tener una guerra de bolas de nieves!

—Eso no tiene sentido. —Dejó su libro de física y volteó a verlo con escepticismo—. La nieve es un fenómeno meteorológico, cuando la temperatura atmosférica baja, las...

—Sí, yo te enseñé eso. —Rio nerviosamente, frotando su cabello cariñosamente—. ¡Pero es divertido! ¡Vamos, te voy a sorprender con mis esculturas de nieve, soy muy bueno!

Eso llamó la atención de Senku, que finalmente lo siguió, dejó que lo abrigara (cosa que hizo un poco excesivamente), y salieron fuera, donde empezaron a juntar nieve, montones y montones de nieve.

Byakuya se puso a esculpir nieve mientras Senku, que había sacado su microscopio portátil, observaba los copos de nieve, frustrado porque se deshacían bastante rápido.

—Me preguntó si podré obtener nitrógeno liquido con mi mesada... —murmuró para sí mismo luego de un tiempo, pero salió de sus pensamientos al escuchar a su padre llamarlo.

—¡Mira, mira, Senku, ya terminé! —Le enseñó su escultura.

Senku se quedó boquiabierto al ver que en serio había hecho una muy buena escultura de nieve, era un ángel, con sus alas y todos.

No obstante, cuando se acercó más, notó que la escultura tenía un gran parecido con esa cantante famosa llamada Lillian Weinberg.

Volteó a ver a Byakuya con ojos entrecerrados, a lo que él rascó su nuca con una risa avergonzada.

—Eres como un acosador obsesionado...

—¡N-no hay nada malo en honrar a los artistas que te gustan! —chilló a la defensiva.

—Incluso hiciste un prototipo de robot con su cara, eres escalofriante...

—¡N-no lo hice por motivos raros! ¡S-solo me gusta su música!

—Ajá. —Rascó su oído con una sonrisa burlona.

—¡Y-ya verás, Senku, pronto tendrás una chica bonita a la que admires mucho, y yo también me burlare de ti! —Pisoteo.

—No tengo tiempo para esas tonterías. —Bufó, pero sacó su celular y le tomó una foto al ángel de nieve, ignorando la sonrisa orgullosa de Byakuya.

—Vamos, dices eso porque eres pequeño, ¡pero ya estás creciendo! —aseguró mientras lo jalaba para volver a entrar a la casa—. ¡Algún día conocerás a una chica que te guste mucho, y verás que tú mismo querrás dedicarle mucho tiempo!

—Qué tontería. Mi edad no tiene nada que ver, yo solo me dedicare a la ciencia. —No le hizo el más mínimo caso, dirigiéndose a su habitación para limpiar su microscopio.

—¡Eso dices ahora! —le reclamó—. ¡Apuesto que solo en diez años vas a estar loco por una chica bonita, y será mi turno de reír! ¡JAJAJAJA! —Comenzó a reír como loco en medio del pasillo, elevando las manos y todo.

—Cielos, ya está comenzando a volverse loco... —murmuró Senku con una sonrisa divertida, antes de encerrarse en su habitación.

Pasaron los diez años y Senku se encontró con que había tenido razón en que no iba a tener tiempo para una "chica bonita" como le dijo su padre, porque en ese momento se encontró convertido en piedra, contando segundos sin parar.

Y no solo pasaron diez años, no solo pasaron cien, no solo pasaron mil... pasaron tres mil setecientos años, y finalmente pudo despertar un primero de abril del año 5738.

One-shots SenHakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora