Ángel del Destino 7

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Habían pasado dos semanas desde la concepción y Kohaku había salido exitosamente embarazada, el ovulo fecundado llegó al útero y se implantó en las paredes de este mismo, adhiriéndose al endometrio, convirtiéndose en blastocito, y se suponía que con eso el ángel Tront sería libre de Senku, libre de buscar constantemente la forma de atarlo a una mujer, libre de esta misión divina que acabó siendo infernal... pero no.

En vez de ahora estarse dedicando únicamente a cuidar del embarazo de Kohaku hasta que pasara el primer trimestre, que era el más riesgoso y en el que había que ser especialmente cuidadoso al asegurar la correcta formación de los órganos, el ángel Tront aparte de cargar con la responsabilidad de que el alma estuviera sana hasta conseguirle un ángel guardián tenía que cargar con la responsabilidad de atormentar a Senku por arruinarlo todo.

Ni siquiera estaba intentando idear un plan para juntarlos otra vez, estaba tan molesto que lo único que hacía era planear estrategias para hacer a Senku sentirse más y más miserable. ¡Y es que se lo merecía!

Esas dos semanas todos los días en Tokio fueron nublados, fríos y lluviosos, el ángel del destino era incapaz de controlar sus emociones, por más que lo intentaba, ¡cada vez que lo recordaba sentía ganas de hacer cosas nada propias de un ángel de los cielos! Cosas como golpear mortales, por ejemplo. Específicamente mortales con cabello de lechuga.

Fue el ángel guardián Lein quien tuvo que golpearlo a él para hacerlo entrar en razón.

—¡Esto no puede seguir así! ¡Tienes que volver a juntarlos! ¡Mi Kohaku está perdiendo apetito debido a la tristeza que le causó tu insensible Senku! —le chilló, sacudiéndolo tanto que empezó a perder varias plumas—. ¡Ella ama la comida! ¡Y tiene que cuidarse ahora más que nunca! ¡Debes hacer que él le pida perdón y empiece a cuidarla y hacerla feliz como es su deber!

—¡Lo sé! —sollozó un poco, apartándose de ella con las alas caídas—. ¡Esto no debería haber pasado! También quiero que le pida perdón, pero... Es Senku. No sé cómo manejar una situación como esta tratándose de alguien como él. —Bufó y los cielos se sacudieron con algunos truenos y relámpagos—. Ahora, si me disculpas, iré a seguir atormentándolo. Mañana empezaré a pensar en algo para volver a juntarlos. Lo prometo. —Al hacer esa promesa, Lein finalmente se tranquilizó y volvió con Kohaku.

Senku ahora mismo estaba trabajando con algunos químicos en su laboratorio, buscando la forma de mejorar su motor para cohetes, y el ángel Tront sonrió vengativamente al ver algunos materiales con los que estaba trabajando.

Como buscaba agilizar el costo del combustible, Senku estaba experimentando con gases bastante comunes como lo era el hidrogeno, el oxígeno y el carbono. En las condiciones en las que se encontraban los gases no servían para lo que Tront quería hacer, pero nada era imposible con el toque de un ángel del destino, así que se puso manos a la obra para su plan malvado.

Primero, rompió los tubitos que transportaban los gases a otros recipientes y, a medida que esos gases se elevaban, modificó sus propiedades para que juntos formaran cinamaldehído, el compuesto que daba ese olor tan dulce a la canela. Luego, a toda velocidad, hizo soplar una brisa que trajo consigo el aroma de las flores que previamente hizo crecer fuera de laboratorio. Como resultado, el aroma del champú de Kohaku se formó justo para ingresar a las fosas nasales de Senku, haciéndolo congelarse a medio camino de reemplazar los tubos rotos.

Se quedó totalmente rendido ante el aroma, su expresión se derritió, sus ojos se llenaron de anhelo y el ángel Tront pudo prácticamente oler su desesperación por la mujer que él mismo rechazó.

Sonrió de forma macabra y detuvo la brisa de inmediato, haciendo que se llevara el aroma a canela también, e intensificó el olor a antiséptico del laboratorio, viendo complacido como el rostro de Senku se arrugaba con decepción por perder el aroma agradable que tanto extrañaba.

One-shots SenHakuWhere stories live. Discover now