Santa Ladrón

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—¡ES NAVIDAD! ¡AAAAAAH! —Ishigami Shizuku, de siete años, comenzó a correr como loca alrededor de sus padres en medio de la sala de su casa.

Tsukiku, su hermana mayor de quince años, la observó desde un rincón, con una mueca de incredulidad.

—También me gusta la navidad, pero tú te vuelves demasiado loca, pulga...

—¡Pero es navidad, nee-chan! ¡NAVIDAAAAD! —Corrió a colgarse de su cuello, casi tirándola al piso—. ¡Vendrá Santa a casa! —chilló agudamente.

—Y te has portado muy bien, mi bebé, así que te traerá muchos regalos —comentó Kohaku mirándola con ternura.

—Sí, pero ya deja respirar a tu hermana o Santa se va a enfadar. —Senku rio entre dientes.

—¡Ja, lo siento! —Rio felizmente mientras volvía a correr por toda la sala.

—Bueno, yo iré a una fiesta con Misaki y mis amigos, pero vendré para cenar —murmuró Tsukiku aburrida mientras se dirigía a las escaleras para volver a su habitación.

—¡Te quiero aquí a las siete en punto, jovencita! —exclamó Senku de malhumor.

—Ay, déjala tranquila, es una niña inteligente e irá con sus amigos. —Kohaku agitó una mano con una sonrisa despreocupada.

—No confió en esos adolescentes. —Bufó.

—¡Ja, papi tiene miedo de que alguien besé a nee-chan! —Shizuku lo señaló con una sonrisa divertida y felina.

Una vena se hinchó en la frente de Senku. Si hubiera sido otra persona la que dijera eso, ya estaría gritando, pero al ver esa sonrisita de pequeña leoncita su impulso fue bufar y tomarla en brazos para pellizcarle la naricita, haciéndola reír.

Luego de desayunar, fueron en familia los cuatro juntos al Centro Comercial a hacer compras de último momento para la fiesta de esa noche.

Como Senku y Kohaku habían estado tan ocupados trabajando, no habían podido tener tiempo para las compras, pero ahora les alegraba poder ir juntos... incluso aunque fuera en medio de una gran ola de otros compradores de último momento.

Ellos tenían bastante fama, pero la gente ya no les tenía tanta reverencia desde que los veían arrastrando los pies con sus hijas discutiendo, correteándose y jalándoles las ropas, como cualquier otra familia normal.

Tsukiku se emocionaba demasiado con las tiendas, le gustaban los peluches, la ropa bonita y los zapatos de tacón.

—¡Quiero estos! —Le enseñó un par a su madre—. Si les sacó su tacón original y lo reemplazo con uno con aleación de titanio, entonces será una buena arma para patear idiotas. —Sonrió de forma un tanto desquiciada.

—¿E-eso no los mataría?... —Kohaku empezó a sudar frío.

—No le voy a poner tanto filo, dah. En fin, quiero este y ese que cuesta el doble. —Tomó la tarjeta de crédito directo del bolsillo de Senku y se lo dio a la encargada de la tienda.

—¿No deberías decirle algo? —le preguntó Kohaku a su esposo, sin verse como que realmente le importara demasiado.

—Nah, es navidad, déjala. —Rascó su oído despreocupadamente.

—¡Ja, dices eso, pero todo el año la dejas salirse con la suya! —Lo miró burlona.

Cuando terminaron sus compras, regresaron a la casa y Shizuku, incluso con sus escasos siete años, comenzó a hacerse cargo de todos los preparativos para la cena, ayudada de sus padres y de algunos robots creados especialmente para la casa por Senku.

One-shots SenHakuOnde histórias criam vida. Descubra agora