Prometida

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Ishigami Senku había huido de la responsabilidad.

Como un completo cobarde.

Una cosa que nadie jamás habría creído de él… ni él mismo se lo terminaba de creer aún.

Pero había tenido miedo… él estaba tan, tan ridículamente asustado. Y por una tontería. O eso dirían todos. Sin embargo para él que lo comprometieran con la hija de un afamado general del ejército más poderoso del mundo no era un asunto para tomárselo a la ligera, menos como una tontería.

¡Solo tenía doce años!

Además había crecido en una familia bastante humilde económicamente hablando.

¿Qué haría él con una mimada chiquilla rica?

¿En qué estaba pensando su padre cuando accedió a la loca sugerencia de Lillian de casarlo con la hija del general Kokuyo?

Toda su vida siempre fueron su padre adoptivo Byakuya y él, pero hace un par de años conocieron a Lillian y ella enamoró a su padre tanto como él la enamoró a ella, así ambos se casaron y Senku estaba muy feliz con Lillian como su madre, no obstante hace unos meses que ella había logrado inscribirlo al ejército imperial como un estratega por su avanzada inteligencia, y Senku logró demostrar su valía y avanzar rápido entre las filas, ganando más prestigio y poder a pesar de su corta edad. Fue entonces que Lillian llegó con la idea del matrimonio, lo que beneficiaría enormemente a su familia.

Aun así…

¿Casarse?

Sabía que aún no se iba a casar, obvio no, ambos eran mocosos de doce años, pero eso no le quitaba el mal sabor de boca.

Él no quería casarse.

Él no quería pasar el resto de sus años hasta los dieciocho sabiendo que ya estaba atado a una chica que insistiría en quitarle su valioso tiempo a partir de la fatídica boda.

No le interesaba el romance, las niñas le daban asco, él solo quería llenarse de más y más conocimientos y ganar poder para tener el derecho a experimentar todo lo que quisiera, sin tener que perder el tiempo en formar una familia.

¡Así que no quería casarse nunca!

¡No quería, no quería, no quería!

Estuvo a un pelo de hiperventilar cuando vio a su padre y al general Kokuyo firmar los documentos que lo ligaban legalmente a su hija hace tan solo veinticuatro horas.

El general se había ido el día anterior con la promesa de que volvería ese día junto con su hija para que la conociera.

Pero Senku no quería conocerla.

¡No quería una prometida!

Así que huyó apenas sus padres se distrajeron.

Corrió sin tener un rumbo fijo hacia el bosque, y ahora mismo se encontraba allí, jadeando por el cansancio con la espalda apoyada en un árbol, recriminándose por ser tan cobarde y no querer hacer lo necesario para obtener una mejor posición económica.

One-shots SenHakuWhere stories live. Discover now