Un sombrero y una bufanda

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¿Quién diría que toda tu vida podía cambiar por el simple hecho de subirte a un tren?

Senku ciertamente no lo esperaba, cuando su padre le tendió el boleto que compró para él.

—Llegarás a la ciudad de Tochigi en solo unas horas, a tiempo para almorzar con nuestros futuros socios, ¡asegúrate de dar una buena impresión!

—Sí, sí, lo que digas. —Tomó el boleto con desinterés—. Solo es un negocio más, viejo.

—Tu primer negocio fuera de Tokio. —El muy viejo ridículo pareció a punto de llorar, con su labio inferior temblando—. ¡Confió en ti, hijo! ¡Con esto ampliaremos nuestro negocio de motores para vehículos! ¡Consigue una buena oferta para comprarles ese cobre!

—Que no se te olvide mi plan, viejo. —Lo miró con ojos entrecerrados, ajustando su sombrero fedora (regalo de Lillian) para que siguiera conteniendo su cabello rebelde—. Vamos a expandirnos, es el paso lógico. Usaré la ciencia que tanto he estudiado para hacernos ricos. No solo haremos motores para automóviles, también para otro tipo de vehículos, heladeras, lavadoras y otras cosas que están empezando a llenar las casas japonesas. —Sonrió—. Para haber perdido la segunda guerra mundial, nos estamos recuperando muy bien. Las casas japonesas se están modernizando cada vez más.

—Pero si tú eras muy pequeño durante la guerra, y ni siquiera vivíamos aquí. —Byakuya rio nerviosamente, pensando la suerte que tuvieron de haber estado fuera del país cuando toda esa tragedia estalló en el mundo.

Cuando la guerra terminó, Byakuya se mudó por un tiempo a Estados Unidos, trabajando como traductor del japonés al inglés para ciertas compañías que estaban interesadas en vender a Japón luego de que perdiera la guerra y fuera sometido por USA. Fue así que se interesó por el negocio automotriz, y también fue allí que conoció a su esposa Lillian.

—Aun así, desde que volvimos al país se está notando el cambio acelerado, y es algo que debemos aprovechar. —Sonrió de manera no muy inocente.

Byakuya pareció querer decir algo, pero entonces vio al tren acercarse y su labio inferior volvió a temblar.

—Oh, ya debes irte. —Intentó abrazarlo, pero Senku lo esquivó—. ¡Mucha suerte, hijo! ¡Y asegúrate de volver a casa pronto, sano y salvo!

—Lo que digas. —Frotó su oído con indiferencia, antes de tomar su maleta y dirigirse al tren que ya se había detenido en la estación.

—¡Te extrañaremos! —Byakuya lo despidió con un pañuelo ondeando al viento.

Senku no le hizo caso y subió al tren, agradeciendo que casi no hubiera gente en el vagón, solo un anciano durmiendo una siesta al fondo y al otro extremo una pareja que discutía a susurros.

Dejó su maleta junto a un asiento y acomodó la chaqueta de su traje negro antes de tomar asiento.

Miró al suelo para recoger su maleta y subirla al asiento junto a él, y entonces algo llamó su atención.

Era un botón en forma de corazón, con una piedra anaranjada brillante en su centro. El botón estaba insertado en una bufanda, algo totalmente innecesario.

Curioso, Senku levantó la bufanda del suelo y la sacudió un poco, aunque el suelo del vagón estaba bastante limpio y libre de polvo.

La bufanda era sencilla, de color azul oscuro o tal vez morado, deshilada en los extremos. Medía casi medio metro, pero pronto los ojos de Senku captaron que había algo escrito en la tela junto al botón.

Los kanjis estaban escritos con hilos de tela, como parte de la bufanda. Era una escritura muy pequeña, de color apenas un poco más oscuro que el color de la mayoría de la bufanda.

One-shots SenHakuWhere stories live. Discover now