La Gran Batalla (parte 2)

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—Senku... ¿no quieres que yo llevé eso? —Mientras se dirigían a la torre de la sacerdotisa acompañados de sus sobrinos, Kohaku miró con ojos entrecerrados a su esposo, que estaba cargado un gato de peluche gigante.

—Nah, ya estás cargando a la leonita. Yo puedo con esto —insistió él, aunque visiblemente ya estaba cansándose.

—¿Leonita? —Haishi miró confundido a sus tíos.

—Así le dice. —Umi sonrió con condescendiente.

—No lo entenderías —murmuró Kohaku por lo bajo, abrazando más a su pequeña Shizuku mientras avanzaban.

Una vez llegaron a su destino, encontraron a Tsukiku viendo con ojo crítico un vestido azul claro con estampado floreado y escote en V. Sus amigos Misaki y Yok estaban a su lado.

—Oh, ese es el regalo de mi mamá —dijo Kinji alegremente.

—La tía Yuzuriha siempre hace vestidos geniales, aunque este se siente demasiado formal para la ocasión... —murmuró Tsukiku un tanto reticente.

—¡Entonces puedes usar mi regalo! —Kinji sacó prácticamente de la nada una bolsa de apariencia elegante y un moño—. ¡También te hice un vestido!

—¿Quieres decir que aparte de los hacks de resistencia de tu padre también heredaste las habilidades sobrehumanas de tu madre en artesanías? —Senku observó un poco perturbado al hijo de sus mejores amigos.

—¡No soy tan bueno como ella, pero me esfuerzo!

Tsukiku aceptó la bolsa con un gracias, pero sus ojos ya se habían fijado en el enorme muñeco de peluche que traía su padre y que apenas había podido pasar por la puerta.

—¿Qué demonios es eso, viejo?

—Tu regalo. —Sonrió despreocupadamente.

—¿Qué crees que tengo? ¿Seis años?

—Oh, ¿entonces no lo quieres? —Se volteó para irse.

—¡Y-yo no dije eso! —Ella rápidamente le arrebató el peluche, con las mejillas rojas y una mueca de desprecio—. ¡Pero que sea la última vez que me regalas estas cosas infantiles!

—Eso me dices todos los años desde que tienes seis. —Rió burlonamente.

—Ja, claro que no. No tienes ninguna prueba en mi contra. —Comenzó a retirarse del lugar—. Iré a cambiarme y a dejar esto en un lugar seguro hasta que termine todo este circo. Ven conmigo, Misaki.

Las dos mejores amigas se retiraron y a los pocos segundos llegaron Chrome y Ruri con su hija de doce años, que era idéntica a su madre pero castaña.

—¡Hey, hola! —Ruchiru de inmediato fue con su familia—. Papá, ¿es cierto que tú serás el árbitro de esta Gran Batalla? —le preguntó a Chrome.

—Ah, sí, es un fastidio. —Chrome cruzó los brazos, torciendo el labio hacia un costado—. Jasper me dijo que esa era la regla, quien haya quedado en segundo lugar en el torneo anterior debe ser el árbitro.

—A mí no me molestaría ser el árbitro...

—Tú cállate, Senku, solo harías que todos perdieran. —Kohaku lo miró mal.

—¿Ustedes piensan participar? —Ruri miró amorosamente a todos los jóvenes presentes.

—Yo lo haré. —Umi sonrió alegremente.

—Y yo —dijo Yok, a lo que Senku le envió una mirada asesina y Kohaku una pícara.

—Yo igual... solo para que no gane un idiota —agregó Haishi.

One-shots SenHakuWhere stories live. Discover now