Cielo Nocturno

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Ishigami Senku tenía un pequeño placer culpable, secreto, incorrecto para alguien de su posición pero del que nunca podría prescindir.

Estaban en los últimos años del siglo XIX y él era un científico que estaba comprometido a lograr que la tecnología en Japón avanzara aún más en su desarrollo tecnológico desde el impulso que le dio el último emperador, encaminado al país a convertirse en una potencia competente después de tanto aislamiento.

Estaba convencido de que uno de los pasos más importantes para lograr esto era tener mejores relaciones con el extranjero, así que cuando el empresario estadounidense, el señor Wright, le ofreció fondos a cambio de casarse con su hija que por alguna razón se enamoró de él, Senku aceptó sin problemas.

Jamás podría haber imaginado que luego de años ignorando por completo el romance, pocas semanas después de comprometerse, encontraría a una mujer que cambió por completo su perspectiva.

Había un bar muy popular en Tokio, donde todos sus socios siempre querían ir para hablar de negocios. En este bar el espectáculo principal eran bailarinas, todas de una gran belleza, a las que comparaban con sirenas. Una completa ridiculez, en su opinión, pero generalmente era muy fácil aprovecharse de sus socios distraídos con mujeres hermosas para cerrar tratos más convenientes para él.

Excepto que en una ocasión, él fue el más distraído en todo el bar.

Algunas bailarinas cantaban, bailando suavemente al ritmo de sus propias voces e instrumentos de fondo.

Senku al principio no prestó atención a la suave melodía producida por los instrumentos de cuerda, pero entonces una voz suave y casi dulce pero también fuerte llamó su atención y volteó al escenario.

Era una mujer tan hermosa como muchas otras en ese escenario, pero había algo en ella… Su aspecto era más descuidado, a pesar de estar maquillada, su desordenada coleta y las rasgaduras de su kimono parecían demostrar que a ella no le importaba tanto su aspecto.

Pero no era su belleza lo que llamó su atención, ni su voz, ni su baile agraciado pero lleno de energía y vivacidad, sino que ella no cantaba mirando al público, ni con los ojos cerrados, o simplemente mirando al frente, ella estaba cantándole al cielo nocturno que se podía ver a través de una ventana. Sus ojos nunca dejaron de ver al cielo y a nada más que eso, e incluso al tener que dar giros cerraba los ojos, como si todo lo que quisiera ver fuera el cielo estrellado.

Senku se sintió identificado con su forma de mirar al cielo, con ese anhelo de poder pasar todas sus noches simplemente contemplando las estrellas a través de su telescopio. Y empezó a escuchar su canción, prestando atención a la letra, que narraba el deseo de libertad, el deseo de poder volar al cielo, e ir más allá de la luna y las estrellas.

Y justo cuando estaba concentrado en ella y su canción, su voz se volvió más fuerte, ella dejó de bailar y simplemente se quedó quieta, mirando a la ventana y cantando con pasión desbordante su amor por el cielo, por la luna y las estrellas, por la libertad que poseían y que quería compartir, y entonces su voz se hizo más suave… y tan frágil… casi como un llanto desesperado, y entonces recobró la misma fuerza de antes, en un mensaje de no rendirse hasta lograrlo.

Y Senku podía ver en esos ojos azules que ella era sincera, que sentía cada palabra de lo que estaba cantando. No buscaba entretener al público, ella estaba abriendo su corazón, mente y alma. Y era ilógico, pero estaba seguro de que pudo conocer a esa persona en los pocos minutos que duró su canción.

One-shots SenHakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora