XIII. La eterna búsqueda.

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Igual que cada tarde en aquella casa rodeada de verde pasto y árboles, Ji Min se sentó al pie de la ventana que daba hacia la parte de enfrente, con la esperanza de ver llegar a Tae Hyung con Jung Kook, su vista no se apartaba del camino que se había formado con las ruedas de los autos, se aferraba a la esperanza de volver a ver a su amado en cualquier momento. Viéndolo con algo de desdén por aquella mirada perdida en la nada, Yoon Gi se acercó a él y colocó su mano suavemente sobre su hombro, regalándole una pequeña sonrisa cuando éste volteó a verlo.

- ¿quieres ayudarme? –preguntó Yoon Gi.-

- ¿a qué? –susurró Ji Min.-

- A alimentar a los perros. –dejó caer su mano del hombro del menor.-

El omega volvió su mirada hacia la ventana por un momento, luego hacia Yoon Gi, como si estuviese indeciso sobre ir con él o quedarse a seguir esperando; suspiró suavemente y se puso de pie, pero no cerró la cortina, solo le dio la espalda al cristal.

- Vamos. –dijo Ji Min.-

Quería distraerse y tal vez aquello sería una buena excusa para hacerlo, no quería seguir pensando en lo que podría haberle pasado a su amado en las manos de un mafioso, ni en el hecho de que Tae Hyung volvía cada día sin siquiera una pista de su paradero, perdería la cordura en cualquier momento por la desesperación, así que debía mantener su mente enfocada en otras cosas además de eso, si no quería volverse loco.

Salieron juntos hacia la parte trasera, Yoon Gi le entregó a Ji Min una bolsa con comida para perros y se acercaron a las bandejas que estaban en el suelo para verter en ellas el alimento que hacía ruido al caer sobre el metal y eso era suficiente para hacer que los cachorros con sus dientes recién salidos corrieran hacia ellos para comer como si no lo hubiesen hecho en días, cosa que le causaba gracia a Yoon Gi y reía, mirándolos disfrutar de su almuerzo.

- Debes tener un corazón muy grande. –dijo Ji Min.- lo sé por como tratas a los animales.

- ¿eso crees? –Yoon Gi sonrió.-

Convencido de sus propias palabras, Ji Min asintió y se puso de pie para estar casi a la altura del alfa, mirando aquella sonrisa que en otras circunstancias pudo haberle resultado contagiosa.

- No veo anillo en tu dedo, ni una persona durmiendo contigo, así que asumo que no estás casado. –dijo Ji Min.- ¿tienes novia?

- Oh... no, no. –negó con su cabeza.- solo tengo a los perros y a Taehyung.

- Ya veo. –Ji Min volvió a inclinarse, para tomar asiento en el pequeño escalón de la entrada.- ¿no te sientes solo?

Aquella pregunta había dejado pensativo a Yoon Gi, en realidad el trabajo y atender a los perros que rescataba no le había dado tiempo para sentirse solo; tomó asiento al lado de Ji Min y lo miró atentamente.

- Con Taehyung es imposible sentirse solo. –dijo en tono risueño.- ¿y tú? ¿llevas mucho tiempo saliendo con el hermano de Taehyung?

- No mucho. –contestó Ji Min.- son como... dos meses, creo... ¿por qué?

- Lo siento, es que no pude evitar notar la marca en tu cuello. –dijo Yoon Gi.-

- Ah... sí...

Ji Min alzó su mano y con sus dedos acarició suavemente la cicatriz que se situaba entre su hombro y su cuello, donde Jung Kook había dejado marcados eternamente sus dientes.

- A veces duele. –susurró Ji Min.-

- Es porque estás lejos de él. –volvió a ver al frente.- aunque no lo sé, dicen que puede doler por muchos motivos.

Víctima del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora