XXI. Gyeongsang Namdo.

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Cansado por el viaje que se le hizo extenso, Ji Min se quedó dormido en el avión, con su cabeza apoyada sobre el hombro de Jung Kook, hasta que sintió que era hora de despertar, había dormido por pocos minutos, pero se sintió tan descansado, que habían parecido horas, esbozó una ligera y adormilada sonrisa al ver a su alfa y éste señaló la ventanilla, sonriendo de igual manera, por lo que Ji Min volvió su mirada hacia donde Jung Kook estaba señalando con su dedo, encontrándose con la hermosa vista de la ciudad desde ese punto en el avión, se sintió emocionado y abrazó a Jung Kook, agradeciendo que le hayan dejado subir al avión a pesar de que su embarazo ya estaba avanzado y solían ser más estrictos con respecto a eso.

- Ya casi. –susurró Jung Kook.-

Depositó con delicadeza un beso sobre la frente de Ji Min y éste asintió, acurrucándose en sus brazos, para él no existía algo mejor que estar abrazado a Jung Kook y llenarse de su masculina esencia. Cuando el avión descendió y se detuvo, abriendo sus puertas en su debido momento salieron de la misma y pasaron en busca de su equipaje, pasaron sin problemas por seguridad y salieron del aeropuerto; Jung Kook dejó las maletas en el suelo y tomó la mano del omega.

- El hotel está lejos, así que pediré un taxi. –dijo Jung Kook.- no quiero que te esfuerces para nada.

La manera en que lo protegía y lo cuidaba le parecía perfecto a Ji Min, le hacía sonreír y de vez en cuando también reír, no podía negar que se veía lindo cuando se preocupaba; asintió con su cabeza y mantuvo su sonrisa tranquila, se sentía muy bien, después de todo. El taxi los dejó en el hotel donde pronto fueron a ocupar la habitación que Jung Kook había reservado para vivir mientras buscaba un lugar fijo, lo cual esperaba que no tardara demasiado, por el estado de Ji Min.

Dejaron las maletas a un lado y fueron juntos a la cama, sobre la cual Ji Min se recostó boca arriba, mientras Jung Kook se desvestía.

- El dinero que tengo nos alcanzará para vivir bien por un tiempo. –dijo Jung Kook.- pero aun así debo buscar trabajo y una casa o un departamento familiar, no puedo tenerte viviendo en un hotel.

- No te preocupes por eso ahora. –dijo Ji Min.-

Se incorporó como pudo y estiró sus brazos hacia el alfa, rodeándolo con los mismos para pegarse a su espalda y acariciar su pecho, dejando un delicado beso en su hombro, el cual hizo sonreír a Jung Kook.

- ¿qué hice para merecerte? –susurró Jung Kook.-

Aquella pregunta no tenía una respuesta, simplemente se besaron de manera lenta, aunque apasionada, mientras se abrazaban con amor.

- Quiero ser siempre tuyo. –murmuró Ji Min.-

- Y así será.

Quisieron continuar con el beso, pero algo llamó la atención del alfa, algo que no había procurado desde que volvió a ver a Ji Min; dirigió su mirada al vientre abultado del contrario y lo tocó con cuidado, colocando sus manos sobre el mismo, Ji Min sonreía, observando en el rostro de Jung Kook expresiones de alegre sorpresa cuando su pequeño hijo comenzó a moverse y pateó justo el lugar donde había dejado su mano, sus mejillas enrojecieron y su corazón latió rápidamente por la felicidad que le causaba sentir a su primogénito moverse dentro del vientre de su amado omega.

- ¿estará emocionado? –susurró Ji Min.-

- ¿eso crees? –dijo Jung Kook.- pero... ¿cómo?

- No lo sé, instintos tal vez. –rió levemente.- sabe que papi está de vuelta y eso le hace feliz.

Aquellas palabras hicieron que los latidos del corazón de Jung Kook se aceleraran aún más, su rostro se sentía tan caliente por el rubor y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, imaginando cómo sería cargar aquel delicado ser que crecía dentro de Ji Min. Se inclinó y repartió algunos besos sobre el redondo abdomen del castaño, escuchándolo reír igual de sonrojado que él, tan feliz que temía que aquella felicidad fuese solo la calma antes de la tempestad.

Víctima del destinoWhere stories live. Discover now