XXXI. Sueño oscuro.

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Sin más tiempo que perder, Yoon Gi llevó a Ho Seok al hospital más cercano, necesitaba ser atendido con urgencia debido a sus heridas; dentro del auto, en la parte trasera, Ji Min recostó su espalda de la puerta y dejó sus pies sobre el asiento, levantando las rodillas a la altura de su rostro para abrazar sus piernas y ver a Yoon Gi hablar con los policías, había tenido que lavar su rostro ensangrentado con una botella de agua que encontró allí, de vez en cuando desviaba su mirada hacia el baúl, donde habían metido el cuerpo de Jung Kook, pero volvía a ver al frente cuando sus ojos se cristalizaban.

- Todo está arreglado. –dijo Yoon Gi al volver.-

- ¿qué dijeron los doctores?

- Hoseok está en una cirugía de emergencia, dicen que tardarán unas tres horas aproximadamente. –el rubio tomó asiento también en la parte trasera.- ¿tú cómo estás?

Ji Min negó con su cabeza y suspiró, ocultando su rostro entre las rodillas, intentando no volver a llorar. Yoon Gi lo vio con algo de pena y estiró su mano hasta dejarla sobre el hombro ajeno.

- Lo lamento. –susurró el rubio.-

No hubo respuesta, bajó su mano y sacó de sus bolsillos un par de galletas y una mandarina, las cuales extendió hacia el menor.

- Ten, come. –dijo Yoon Gi.- pero la mandarina es mía.

Al decir aquella última frase su expresión cambió a una seriedad absoluta, aunque breve, Ji Min tomó las galletas y abrió la envoltura de una de ellas para comerla con cuidado.

- ¿los policías no darán problemas? –preguntó Ji Min.-

- No, ya todo está arreglado. –sonrió levemente.-

Asintió y continuó comiendo de la galleta, mientras Yoon Gi pelaba su mandarina para comerla. Mientras esperaban noticias de Ho Seok el día se liba lentamente, el sol se ocultaba detrás de Ji Min, quieto y callado, sus cabellos estaban desordenados, su mirada triste y perdida, vacía, pero para Yoon Gi no pudo haber una imagen más hermosa de él.

 Mientras esperaban noticias de Ho Seok el día se liba lentamente, el sol se ocultaba detrás de Ji Min, quieto y callado, sus cabellos estaban desordenados, su mirada triste y perdida, vacía, pero para Yoon Gi no pudo haber una imagen más hermosa ...

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Estaba seguro de que podría contemplarlo todo el día y no se cansaría de hacerlo, a pesar de la su situación y del dolor que sabía que el omega llevaba por dentro. Sabía que tendrían que irse pronto, después de todo tenían un muerto que enterrar, así que esperaron a que el esposo de Ho Seok llegara para asegurarse de no dejarlo solo y poder llevar a Zeus de vuelta a casa, así que una vez hecho esto emprendieron la marcha hacia una funeraria, Yoon Gi se hizo cargo de los gastos fúnebres y Ji Min no puso objeción, aunque en ese momento poco le importaba lo que sucedía a su alrededor. Veía a Jung Kook dentro de aquella caja, llorando la pena de no poder seguir a su lado, de saber que ya no volvería a oír su voz ni a sentir sus abrazos, era un llanto desconsolado que hinchó su rostro colorado e irritó sus ojos. Yoon Gi apareció en la sala donde solo estaban ellos dos velando al muerto y extendió un pequeño ramo de lirios hacia Ji Min, éste lo tomó y entendió que era momento de dar el último adiós, no ganaría nada con extender el dolor que le producía verlo en la urna, así que asintió y apretó aquellas flores, llevaron la urna a la fosa recién abierta y luego de depositarlo allí Ji Min se inclinó y aún con sus ojos encharcados tomó un puño de tierra, tirándola sobre la caja, se levantó con cuidado y dejó que volvieran a sellar el hoyo con la tierra, dejando después las flores allí.

Víctima del destinoWhere stories live. Discover now