XXXIX. La miseria de quien pierde a su familia.

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Los latidos del corazón de Ji Min eran rápidos y fuertes, estaba tan pegado al pecho de Yoon Gi que éste podía sentirlos y viceversa, sus miradas se perdieron entre ellas y por un segundo se olvidaron de todo, pero antes de que pudiese ocurrir algo Ji Min salió del trance en el que se encontraba y aclaró su garganta, sonrió y se separó del rubio para extender su mano y ayudarlo a levantarse.

- Lo siento. –dijo Ji Min.- ¿te lastimé?

Soltando un pesado suspiro, lleno tal vez de decepción, Yoon Gi apoyó sus manos en el suelo y se levantó con ayuda de ellas.

- No te preocupes, estoy bien. –respondió.-

Esbozó una pequeña sonrisa y ayudó al menor a recoger las verduras que habían quedado esparcidas en el suelo, poniéndose de pie y Ji Min volvió a ir a lavarlas, aunque por alguna razón había comenzado a sentirse nervioso, por momentos lo miraba de reojo, sin poder comprender qué era aquello que había sentido en su pecho cuando sus miradas se encontraron. Yoon Gi sacó algunas cosas del refrigerador y comenzó a preparar la carne con las verduras y aderezo, pero estaba tan distraído que se quemó más de tres veces, su uso de razón había caído debido a los hermosos ojos de Ji Min; éste, al ver las veces que el mayor se quemó las manos esperó a que terminaran y fue por algunas venditas que había visto en su botiquín, volvió y tomó sus manos para colocárselas.

- Debes tener más cuidado. –dijo Ji Min.-

- Sí, lo lamento... estaba algo distraído. –dijo Yoon Gi.- pero eso ya lo notaste.

Acompañó aquella última frase con una risa algo boba y Ji Min asintió, riendo de la misma manera que él.

- Listo. –dijo al colocar la última vendita.- ahora sirvamos, a comer.

- Sí, claro. –volvió a sonreír.-

Fue a preparar la mesa y al volver sirvió la comida de Tae Hyung en un plato, mientras que Ji Min se encargaba de los otros dos.

- ¿debo buscarlo o bajará solo? –preguntó Ji Min.-

Sabía que Yoon Gi conocía mejor a Tae Hyung en esas situaciones, así que tenía que preguntar.

- Él bajará solo. –dijo Yoon Gi.- tranquilo, esperemos.

Pronto se escuchó en la planta alta el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose después, seguido de los pasos desanimados de Tae Hyung, que arrastraba los pies, bajando las escaleras para ir con ellos, su rostro cabizbajo estaba hinchado y pálido, podía verse fácilmente que había estado llorando, Ji Min dirigió su mirada a él, verlo de esa manera hacía que su corazón doliera y el frío estremecimiento volviera a helar su cuerpo, pero comprendía que debía ser fuerte para él.

- A cenar. –dijo con una tranquila sonrisa.-

La expresión en su rostro era amable, como siempre, tomó asiento y sin responder a sus palabras, Tae Hyung también lo hizo; estando todos en la mesa, mientras comían hubo un silencio abrumador, nadie hablaba y el ambiente se volvía pesado. Ji Min comía de a poco, lentamente, comprendía perfectamente el comportamiento de Tae Hyung, había perdido a toda su familia, no sabía qué decir, temía comentar algo que le pareciera inapropiado y echar a perder aún más el ambiente.

- Oh... olvidé hacerle su comida a Zeus. –dijo Ji Min.-

- ¿puedes dejar de ser tan ruidoso? –cuestionó Tae Hyung, sin alzar la mirada.-

Al oír aquello, Ji Min dirigió su mirada a Tae Hyung y asintió, concentrándose después en su comida, cabizbajo, había sentido un dolor en su pecho por la manera en que le había hablado, pero no era capaz de juzgarlo.

Víctima del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora