48- La Diosa

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A eso de las 6:00 de la tarde, Imaushi llegaba al departamento después de haberse pasado todo el día con Shinichiro planeando.
Había pasado a una joyería y todo.

Sabía que Ren se merecía el mundo entero y aunque él no era un multimillonario excéntrico, era un hombre muy enamorado e iba a buscar mil maneras de hacerla feliz.
Ren era su princesa, entonces tenía que tratarla como tal aunque su sueldo de un mes entero se fuera en ello.

Le había comprado un ramo de rosas enormes, de esas que no caben en la cajuela de un coche pequeño.
Quizá lo más difícil había sido conseguirle un vestido con zapatos a juego.
Shinichiro le había dicho que no se complicara demasiado, porque ninguno de los dos tenía idea sobre tallas y había optado por elegir un discreto pero muy elegante vestido dorado de satén que rosaba el suelo para no tener que elegir zapatos.

Todavía tenía que pagar el diamante del anillo de compromiso, pero ya lo tenía bien asegurado en su estuche de terciopelo dentro de la guantera.
No era mucho, pero era lo que podía darle.

Condujo a casa tan nervioso que al fin podía comprender a Shinichiro aquel día en el parque cuando le pidió matrimonio a su esposa. Sentía un nudo en la garganta y su precipitación podía hacer que tartamudeara apenas la viera y terminara por ser un fiasco.
No podría con su consciencia si decepcionaba a su novia con una fraudulenta y nada romántica propuesta, así que estaba haciendo todos los tipos de respiraciones de internet para relajarse durante todo el camino.

Al llegar a casa, la miró saliendo de la ducha, midiéndose el vestido lila de su primera cita frente al espejo todavía con la toalla sobre la cabeza.

-¿Está bien si uso este?- Preguntó con mucha ilusión -Me va a quedar ajustado por el embarazo, pero es mi favorito

Desvió la mirada a la caja grande que Imaushi cargaba en sus manos.
—No soy el mejor eligiendo, pero espero que te quede.
Le estiró el paquete, viendo la confusión en la cara de su novia mientras abría la caja.

—Waka...
Se le llenaron los ojos de brillo, mirando de la tela a su novio, maravillada con el inesperado obsequio.

Estiró la cintura del vestido, agradeciendo que su novio hubiera ido por lo seguro eligiendo la talla mediana, porque ni de chiste su choncho culito entraría en una talla S y sus tetas hinchadas tampoco eran amigas de los espacios reducidos.
Lo puso contra su pecho, mirando lo bonito que destacaba su piel contra la tela en el espejo.

—Es precioso...— Lo dejó con mucho cuidado sobre la cama, yendo directamente a darle un beso de agradecimiento al chico embobado en la recámara —Gracias

El muchacho se alegró de que estuviera feliz, aceptando gustoso la repartición de besos, metiéndole un poco la lengua aprovechando su buen humor.

—Voy a darme una ducha y nos vamos.
Avisó tomando sus cosas y metiéndose al baño para no perder tiempo.

Ren estaba facinada, enfundandose el satén dorado como un guante que le quedaba bastante largo.
¿Podía usar zapatillas altas con el embarazo?
Buscó entre sus cosas, recordando tener unas zapatillas de cristales falsos que le quedarían preciosos.
Mientras no se rompiera una pierna andando con ellos, todo iba a estar bien.
Se maquilló agradeciendo que los moratones no se vieran tan mal después de una buena carga de corrector y base líquida.

Ya se había puesto a imaginar el gran agradecimiento que le iba a dar a su novio al volver a casa por ser tan espléndido.
Quizá un poquito de sexo anal o chupársela en el coche estaría bien para demostrarle cuánto le había gustado la sorpresa.
Se rió, yendo directo a su cajón de lencería costosa y seleccionando con sumo cuidado el conjunto que los acompañaría ese día. A su gatito le gustaba morder y someter, entonces elegir algo que pudiera romper si se emocionaba lo suficiente podía ser adecuado.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now