37- Noticias inesperadas

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Ren sentía el corazón en el cuello al acercarse cada vez más al gimnasio, donde ahora no solo trabajaba su novio, sinó también su primo desde hacía una semana.
Ella había estado teniendo un par de trabajos esporádicos para hacer cortes y tintes, así que con el poco dinero que había conseguido obtener sentía la necesidad de agradecerle a su novio por poner un poco de luz en su oscuro camino.
________ le había propuesto cuidar a los niños por la tarde de manera fija, así que prácticamente ahora tenía un trabajo de medio tiempo (increíblemente bien remunerado) e ingresos extras.
Imaushi era un ángel al encaminarla hasta ese punto y debía agradecerle.

Sentía sus manos temblar, pensando en lo muy ridículo que podía ver Wakasa su gesto. Cómo si fuese algo infantil o que podía molestarle por ser increíblemente inecesario.
Sin embargo, su corazón quería entregarle el pequeño paquete que cargaba entre sus manos con tanta devoción.

Se había obligado a sí misma a ponerse un bonito vestido, maquillarse de manera más vivás y llevarle ella misma el detalle, así que no podía echarse para atrás.
Se adentró por la puerta principal, buscando con la mirada al entrenador más guapo de todo el recinto.

Dar con la cabellera rubia platinada de hermosos rizos no había sido nada difícil, porque Imaushi hacía una pulcra demostración de técnicas para patear un costal, siendo tan genial que los ojos de la rubia no podían mirarlo más orgullosa de saber que ese era el hombre con el que estaba saliendo.

Lo esperó pacientemente en el espacio de banquillos, donde las madres de los niños de la clase infantil acostumbraban sentarse, observando con admiración total a su pareja hasta que el chico le dirigió una pequeña sonrisa al darse cuenta de que estaba ahí, pasando entre las cuerdas y bajándose enseguida para poder estar cerca de la rubia.

Se limpió el sudor con la manga, despeinado el improvisado moñito sobre su frente al bajarse del ring central, caminando con calma hasta su novia, sorprendido de que estuviera ahí.

Estaba radiante, luciendo tan hermosa que su corazón tenía una sensación cálida solo con saber que estaba ahí.

—No me dijiste que vendrías hoy princesa— Trotó hasta ella con alegría —Que grata sorpresa.
Le rodeó la cintura, inclinándose para poder besarla.

Se veía distinta por alguna extraña razón.
¿Se había maquillado diferente?
La luz en su rostro, sus pupilas dilatadas... Se veía simplemente preciosa.

—Te traje algo para comer como agradecimiento por reclutar a South
Le dijo ella tendiéndole una caja de bento, haciendo una pequeña reverencia.

El chico se sorprendió, sintiendo ese extraño sentimiento en el estómago que no tenía desde que era un niño y su abuelo fingía sacar una moneda de su oreja.

Quiso besar inmediatamente a su novia de nuevo, consiguiendo apenas tomarle la cintura cuando los murmullos chismosos de sus alumnos mayores comenzando a lanzar vítores y silbidos le cortaron la inspiración.

—¡Usted es mi ídolo, Wakasa-san
Decía uno de sus alumnos
—¡Yo también quiero una de esas!
Le mencionaba otro, haciendo sonrojar inmediatamente a Ren.

—Terminen lo que están haciendo o los haré dar cien lagartijas

Advirtió, tomando a su novia de la mano y llevándola a la oficina para hablar tranquilamente.
Los chicos se rieron, comenzando a cuchichear sobre la suerte que tenía su sensei con las mujeres.

Imaushi creyó escuchar algo sobre "buenas tetas" y los fulminó con la mirada, indicando que ningún mocoso iba a faltarle el respeto a su novia.
Los chicos bajaron la voz, volviendo a sus rutinas antes de que Wakasa subiera a patearles el trasero. Tenían ya advertido que el mayor reprobaba aquellas conductas hacía las mujeres, así que mejor no jugaban a tirarle de la cola al gato.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now