6- Rubio

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—¿Qué tal?
Dijo la chica terminando de mostrarle el resultado final.

Imaushi parpadeó, mirando su yo de 20 años en el espejo nuevamente.
Ahí estaban sus hebras rubias enmarcandole el rostro como si fuera una jovencita de instituto.
El trabajo era prácticamente perfecto, al punto que incluso podía ver sus preciosos rizos en las partes en las que el alaciado permanente había desaparecido.

Si su madre lo viera en ese momento, seguro le pediría a la muchacha que terminara el trabajo cortándole "ese cabello de delincuente".
Estaba tentado, pero no estaba preparado mentalmente para deshacerse de uno de sus últimos recuerdos de su época como pandillero.
Casi podía verse a sí mismo entrenando a Senju cuando tenía 9 años y le hacían falta los dientes frontales.
Ese rubio platinado le recordaba tantas cosas...

—Wow...
Se tomó un mechón, llevándolo tras su oreja y sonriéndose a sí mismo.
La chica le había quitado tantos años de encima que no esperaba llegar y mostrarle a Benkei que seguía siendo tan guapo como entonces.

—¿Eso es un "Wow, genial" o un "Wow, ¿Qué diablos me hiciste?"
Preguntó la chica encogiéndose un poco y guardando sus utensilios.

—Es un "Wow, tengo que esforzarme en esa cita"— Dijo el chico girándose hasta ella, buscando su billetera en el bolsillo —¿Crees que eso esté bien?

Ella no quería darle muchas vueltas, así que simplemente asintió para no tropezar con sus palabras.

—¿Me dejarías hacerte unas fotos para mi álbum antes de que te vayas?
Le preguntó acomodándose un mechón tras la oreja.

Imaushi meditó la pregunta sin poder dejar de mirar la vivés de su rostro en el espejo.
¿Incluso parecía menos cansado con su color natural? Esa mujer hacía maravillas.

Ella tecleó un par de cosas en la pantalla de la computadora, haciendo que la impresora hiciera su función para entregarle el ticket con el cobro.

—¿Fotos?— Preguntó finalmente, interesado en el asunto —¿Puedo pasarte mi número para que me las envíes?
Se recargó contra el mostrador, coqueteandole descaradamente otra vez.
En serio quería su número. Shinichiro había sido conquistado fácilmente por mensaje, así que trabajar de la mano con la tecnología podía acelerar un poco las cosas.

La rubia se rió, abriendo su lista de contactos y esperando a que él le dictara los números para teclearlo en su móvil, agregando un simple "Wakasa" acompañado de un discreto corazón blanco en el contacto.

La recepcionista que se encontraba a su lado frunciendo el seño y rodando los ojos ante la escena notó el pequeño gesto del emoticón, llamándole la atención de inmediato.
—Ren ¿Terminaste con eso? Tienes otra cita en quince minutos.

La rubia asintió, guardando el número y enviando una carita feliz para que el chico también tuviera su contacto mientras buscaba la Nikon para hacerle un par de tomas.

Necesitaba ese perfecto trabajo en su álbum para las clientas.
No sólo por su espléndido resultado, sino por el precioso perfil que el chico tenía.
Era tan jodidamente atractivo y había estado coqueteándole tan insistentemente que por poco se derretía mientras le hacía el tinte.
¿Debía seguirle el juego y darle una oportunidad?
Podía salir sumamente herida si se trataba solo de un fuck boy, pero le parecía tan guapo que quizá tener solo "la experiencia" de estar con alguien como él sonaba interesante.
¿Un corazón destrozado a cambio de que le "destrozaran" un poco de otras manera más creativas? Podía probar...

Casi podía escuchar la voz de su conciencia diciéndole "te lo dije" mientras se veía a sí misma llorando en su sala con la manta en la cabeza y el tarro de helado de chocolate siendo devorado entre moqueos.
Sucumbir ante los encantos del sujeto que tenía delante sonriendo de medio lado con tanta seguridad, teniendo casi por completo la certeza de que iba a follársela y a no responderle los mensajes después... No sería la primera a la que le pasaba.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now