Epílogo

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El resto del viaje Ren se la pasó escuchando a su mamá explicar lo que había pasado, haciendo a Wakasa entender de dónde venía la personalidad de su pareja:
La madre de Ren, no culpaba en ningún sentido a su padre, buscando mil y un excusas para darle el beneficio de la duda a sus cobardes actos.

No le tenía rencor a pesar de lo mucho que había sufrido buscando a su hija y sobrino a pesar de que ningún lazo sanguíneo la unía a con Minami.

Todo marchaba de maravilla, hasta que Ren preguntó cómo los había encontrado la mujer, quién recordó al fin que estaba ahí trabajando y debía dar una explicación para su ausencia (renunciando de paso, porque obviamente pensaba ir a dónde pudiera estar junto a su hija).

Actualizó a los muchachos, explicando que iba de ciudad en ciudad buscando a sus dos pequeños, cargando una fotografía para enseñarla a cada persona que conocía, a pesar de que habían pasado las de diez años desde que Ren había dejado de llevar coletas y que South midiera menos que ella.
Conseguía un trabajo haciendo lo que sea para costear su próximo viaje y se movía de ciudad. Había recorrido el sur de pies a cabeza, de poblado en poblado, cruzando los distritos más pequeños hasta los más grandes por los últimos 6 años.

No fue sorpresa para ninguno que Ren comenzara a llorar a mares, abrazándose a ella, entendiendo por qué jamás la había podido contactar mediante sus cartas enviadas a Brasil.

La mujer le limpió las lágrimas, indicándole que no era necesario llorar porque ya estaban juntas y nada ni nadie volvería a separarlas; Conseguiría un trabajo fijo y un lugar donde vivir para darle todo ese cariño que desbordaba.

South le ofreció inmediatamente su viejo departamento, comentando que extrañaba la comida brasileña y que un poco de compañía le vendría bien.
Ren estuvo encantada y su madre ni se diga, ofreciéndose a cuidar de Ima cuando cuando ella trabajara, recuperando todo el tiempo que había perdido esos años.

Wakasa pensó que quizá podía ser momento de que Ren tuviera ese salón con el que tanto había soñado; Su mamá podía ayudarle y ya no estaría por su cuenta en un local.

Tendría que ahorrar para su próximo aniversario y planearlo todo si quería sorprenderla, aunque para ese punto, creía que nada podría poner más feliz a la muchacha que haberse reencontrado con su madre.

Bajaron a la recepción, dispuestos a irse a la playa a recordar el calor incendiante de su ciudad natal; Ren estaba muriendo de ganas por presentarle a su madre a todo el mundo.

Los Terano parecían pequeñas abejitas zumbando al rededor de la mujer, completamente distintos a la reacción que tenían con Daniel, el padre y tío de ambos, con quién si tenían todas las conexiones de sangre.

La muchacha lucía radiante, feliz... Y Wakasa no se cansaba de ver esa expresión alegre que pocas veces le había visto a la muchacha.

Su Ren en serio le hacía justicia al nombre que tanto sufrimiento había significado, pero ya no solo en el sentido absurdo de los deseos de su padre;

Las flores de loto nacían dos veces, y quizá él sólo había estado ahí para ver cómo el amor de su vida renacía como el más hermoso botón.

Amaba a Ren con toda su alma, y ver la sonrisa en su rostro todos los días le daba esperanza en que no todas las desiciones del destino estaban erradas.

Pero ella no era la única que parecía obtener los beneficios de su unión; La sonrisa boba en su cara parecía haberse llevado al chico de ojos cansados que lloriqueaba en los bares deseando tener una vida que no era la suya. Trayendo al hombre más detallista y amoroso del mundo hacia sus dos razones de vivir.

É

l y Ren tenían ahora el producto de su amor entre los brazos, haciéndolos tan felices como solo las almas gemelas podían serlo.

Le besó el pelo a su hija, peinando las finas hebras de su pequeña cabeza mientras Ren se la pasaba enfundada en su pequeño bañador mientras entraban al mar.

Le asustaba lo que el futuro les deparaba, pero sabía que mientras tuviera a la brasileña a su lado, podrían sacar a su hija adelante, y ahora, con su abuela viniendo a llenarlos de alegría, no podía pedir más a la vida.

Ya no estaban solos, ya no peleaban por su cuenta.

Quizá, la vida al fin les había sonreído después de tanto tiempo, enseñándoles que a pesar de las lágrimas derramadas, al final de la tormenta siempre salía el sol, y con suerte, el efecto luminoso del arcoiris podía dirigirlos hacía un pequeño campo en el que encontraran un pequeño botón, esperando para ver florecer un trocito de vida que volviera el mundo un lugar en el que realmente valiera la pena existir.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant