12- Viejo yo

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Conversar con la chica después de que ella comenzaba a trabajar era la cosa más sencilla del mundo.
Fluían tan bien con sus ideas mientras cada uno se preocupaba por diferentes cosas, como el ver si el largo del cabello era adecuado o si el aspecto general les estaba gustando.

-Y... ¿Cómo han ido tus prácticas?
Preguntó el chico, intentando sacar un tema de conversación para seguir escuchando la dulce voz de Ren.

-Han estado bastante bien- Dijo sinceramente -Mi instructora cree que el platinado fue maravilloso cuando vió las fotos
Terminó de peinar la primera capa, asegurandose de que todo el cabello sobrante se quedara fijo en la coleta, por si el chico quería conservarlo.
-¿Seguro que quieres hacer esto?- Le mostró el gran manojo de cabello -Es mucho lo que hay que cortar.

Imaushi asintió con un simple "mjum", cerrando los ojos con total confianza.
-Sé que sabes lo que haces- Respondió al ver la genuina preocupación de la rubia -Confio en ti

El chico no pudo verlo, pero Ren levantó los hombros, sintiendo su pecho lleno de orgullo de sí misma. Pocas veces su trabajo era visto más allá de los neutros comentarios por parte de los clientes, pero el que se lo dijera un chico como Wakasa, en verdad tenía peso para ella.

Respiró profundo, recordando toda la teoría de cortes, aguantando la respiración mientras separaba la coleta del resto del cabello con el filo de las tijeras.

La foto que Wakasa le había enseñado lo hacía ver guapísimo. El uniforme oscuro con el que recordaba haberlo visto cuando estaba en el colegio hacía que se transportara hasta esa época en la que se escondía tras los casilleros del guardarropa para ver a los de tercer año de secundaria salir al receso.

Se sonrojó al recordarlo, mirando por un segundo hacia el espejo, en donde sus ojos se cruzaron, haciéndola sonreír con nerviosismo

-Tienes una sonrisa preciosa ¿Te lo han dicho?
Dijo Imaushi, consiguiendo sonrojarla aún más.
-¿Eres así de amable con todas tus peluqueras?
Bromeó ella, acomodándose un rizo tras la oreja mientras continuaba ajustando el largo de las puntas.
-Toda la vida me ha cortado el cabello un barbero- Dijo señalando las cicatrices cerca de sus orejas -Eres la primera chica que toca mi cabello

Habló, dándose cuenta de que aquello sonaba mucho mejor de lo que había sonado en su cabeza.
Realmente, nunca había pasado demasiado tiempo con ninguna de sus parejas como para llegar a ese grado de confianza tampoco.
Bien, ahora compartía algo con ella.
-Y si te hacían esto en ese sitio ¿Por qué seguías yendo
Preguntó la rubia, cambiando las tijeras por unas para degrafilar

Imaushi hizo memoria, encogiéndose de hombros al recordar los gritos de su padre la primera vez que salió llorando de la barbería. Había cosas que un niño simplemente no podía cambiar, incluso siendo adulto.
-Supongo que era una costumbre- Dijo mirándola a través del espejo -Pero me gusta más aquí, porque estás tú.

Una sensación de felicidad salió de su garganta en forma de suspiro, haciendo que la chica se detuviera por medio segundo antes de retomar el próximo mechón.

-Eres demasiado lindo, Wakasa. En serio voy a creermelo si continúas.
Siguió midiendo hebras y ajustandolas, escuchando al chico insistir sobre lo habilidosa que era hasta que pasaron del corte al cepillado.

Ren había tomado un poco de cera para el cabello, peinando los suaves caireles naturales de Imaushi, siguiendo el peinado de la fotografía de muestra, siendo tan cuidadosa con cada detalle que se olvidó por un segundo de que Imaushi no era uno de sus maniquíes, su expresión de concentración llegando a intimidar un poco al chico.

Era bonita, talentosa y podía imponer respeto sin una sola palabra. Le encantaba todavía más.

-Listo- Dijo ella dándole un último vistazo -¿Qué tal?
Se apartó del espejo, dejando que Imaushi observará por unos segundos mientras ella preparaba el talco para sacudirle los pequeños cabellos restantes.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now