34- Pandilleros y princesas

1.9K 254 44
                                    

El incidente de los celos solo había funcionado para una cosa: Asegurarle que estaba total y completamente enamorado de Ren.
Haberle dicho que la amaba los había unido todavía más. Ahora aprovechaba cada minuto que tenía con ella para repetirle con gran entusiasmo que era lo mejor que le había pasado en la vida.
Había cumplido su promesa de ayudarle con el súper y había sido realmente divertido el ir detrás de ella empujando un carrito como si fueran un matrimonio eligiendo lo que querían para comer en las próximas semanas.

Hacer aquella tarea junto a ella le había removido un pensamiento que jamás había considerado con sus otras parejas.
¿Y si le pedía que vivieran juntos?

La voz de ______ resonaba en su cabeza, repitiendo lo mucho que le hubiera gustado vivir con Shinichiro cuando eran novios.
¿Despertar con su princesa al lado todos los días? Sonaba tan tentador...

Dejó pasar aquello por un tiempo, al menos en lo que pudieran conseguir algo para su novia y que ella dejara de sentirse una carga para sus bolsillos.
Conseguir un empleo que pudiera pagar sus deudas y no robarle el alma en el proceso estaba siendo difícil, así que había considerado darle una mano con eso y ahora cada vez que hacía sus recorridos matutinos, se detenía de vez en cuando a tomar una fotografía de algún anuncio de trabajo para enviárselo por mensaje.

Tenía pendiente la charla con Takeomi, así que debía aclararse antes de volverse a ver, porque definitivamente tenía que disculparse con él por haberse comportado como un idiota.
Se lo debía.

Hablar con Shinichiro primero también estaba entre sus prioridades, pero la complicada vida adulta hacía que sus horarios no empataran por ningún sitio, así que algunas semanas habían pasado hasta que su teléfono había sonado con un mensaje por parte del pelinegro, pidiéndole verse unos minutos para pedirle un favor.
Así que sin pensarlo demasiado, Imaushi había reservado uno de sus descansos para encaminarse a casa del otro y tener algo de tiempo para hablar.

Podía comentarle su inquietud por llevar a vivir con él a Ren, si creía que era una imprudencia o estaba actuando por mero capricho.

Se encaminó entonces hasta el dojo, mirando entretenida mente a las personas entrar y salir, niños con pequeñas batas de karate que le hacían admirar al abuelo de Sano por su infinita paciencia al llevar prácticamente toda su vida instruyendo pequeños mocosos insufribles. Él todavía rehuía su clase infantil, así que ver a alguien trabajando abnegadamente para formar a los monstruitos le causaba admiración.

Se adentró hasta la casa, donde Shinichiro lo esperaba cómodamente en el jardín, sentado en la pequeña mesa de juegos de Rinnie junto a la entrada, fingiendo tomar el té en las pequeñas tacitas que la niña iba poniendo delante suyo.

Se rió al ver a su ex líder genuinamente metido en su papel al jugar con su hija.
El mítico líder de la pandilla más legendaria de todo Tokyo, agachado en una pequeña sillita de plástico tomando cómodamente el té.
Le agradaba, pero no hubiera sido su mejor amigo si no le hubiera molestado un poquito por aquello.

—Hey ¿Estoy a tiempo para la fiesta princesa?
Le dijo sarcásticamente al pelinegro, sonriendo ante las dos pequeñas coletas y las uñas pintadas que usaba para jugar con su pequeña.

—¡Vakasa!
Le sonrió la niña, invitándolo a jugar con ellos al instante, señalando la tercera sillita y dando saltitos para apresurarlo.
Su fiesta de té ahora tenía más invitados y estaba feliz por ello. Era adorable.

Imaushi se sentó del otro lado de la pequeña mesa, observando como Rinnie ponía un plato y una taza delante suyo con sus regordetas manitas, enterneciendose cuando colocó una pequeña galleta y sirvió el "té" desde su tetera plástica, derramando un poco fuera de la taza, pero con la concentración más grande de todas.
Apenas podía dar unos cuantos pasitos por sí misma, pero ya imitaba las conductas adultas como toda una profesional.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now