50- ¿Hiciste qué?

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A veces ser el heredero de uno de los legados del pandillerismo japonés más significativos de la década era un trabajo bastante duro.
Shinjiro no solo llevaba el peso del apellido Sano sobre sus hombros, tenía que lidiar también con la fama Haitani junto a lo que ambas herencias le significaban.
Era un pequeño imán de problemas andante y ni su apariencia encantadora de un niño pequeño le era de utilidad cuando "una pequeña travesura" se le salía de las manos.

Su última azaña aún no era descubierta; Se había desecho de la evidencia incriminatoria y ahora coloreaba tranquilamente en el comedor.

Su cumpleaños estaba bastante cerca y ya se podía imaginar los cientos de regalos que iba a recibir.
Había escuchado a su mamá hablando con su padre sobre dejarlo al cargo de Ren el fin de semana para poder terminar de comprar las cosas para la fiesta que le estaban organizando. Estaba muy contento con ello, porque ya quería ver a su niñera cantándole el feliz cumpleaños mientras sus amigos veían lo bonita que era y le envidiaban por tener a la chica más bonita de Tokyo para él solo.

Todo estaba saliendo bien después de todo... O al menos eso esperaba el mayor de los hijos de Shinichiro hasta que la puerta del cuarto de su mamá se abrió rápidamente, mostrando la sombra de pomposo vestido aproximarse terrorificamente por las escaleras.

—¡Shinjiro Sano!
Gritó la mujer, tan histérica que el niño corrió a esconderse, intentando abrir la puerta del patio para cruzar el jardín y meterse en el cuarto de su tío Mikey hasta que su mamá se calmara, teniendo tan mala suerte de que él pestillo estuviera puesto y ______ lo encontrara temblando con una mano sobre el picaporte de la puerta.

—¿¡Qué le hiciste a tu hermana!?
Dijo frustrada, dejando a Rinnie en su corral, yendo hasta él, bajando a su altura y encarandolo aunque el niño no quisiera verla.

—Nada...

La castaña miró a su sonriente bebé reírse mientras los veía discutir,  completamente ajena a las travesuras de su hermano mayor.

—¡Le afeitaste las cejas!— Se cubrió la cara, queriendo gritar más fuerte ante la importancia —¿Por qué? Ya te expulsaron de una escuela ¿Todavía no vas a entender sobre las consecuencias de tus actos?

El niño le giró la cara, jugando con los pies.
—Quería que se viera tan cool cómo Mitsuya-san— Dijo entre dientes —Le dije que se quedara quita, pero se movió y quise emparejar el otro lado para que no se viera extraño ¡Pero fue un accidente!
Intentó excusarse, explicándole a su mamá y consiguiendo hacerla enojar más.

Ese niño si que sabía cuándo causar un desastre, justo el viernes por la tarde, el único día en que sabía que su padre tendría un poco de tiempo libre ausentándose durante la cena para tener un minuto de paz con sus amigos era su momento preferido para hacerla envejecer con enojos.

—Espera a qué tu padre vea lo que hiciste

—¡No!— Lloriqueó, dando pasitos apresurados en su lugar —¡No le digas!

—¿Y qué haremos con tu hermana? No le podemos dibujar las cejas— Puso los brazos en jarras —Es todo. No más competencias de karate, ni salidas con tu tío Mikey.

—¡Mamá!
Comenzó a llorar, abrazándose a ella.

—Vas a estar castigado hasta que las cejas de tu hermana crezcan— Lo dejó llorar sobre su pecho, pero sin flaquear en su desición

—Lo siento, no quise hacerlo— Moqueó sobre su vestido —Me voy a portar bien

—No Shinjiro. Y agradece que no seguimos los castigos de tu abuelo, porque él también te afeitaria las cejas para que estuvieras a la par con Rinnie

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now