27- Miel sobre hojuelas

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Probablemente la mejor parte de iniciar una relación eran los primeros meses, ya que el periodo inexistente de las peleas, los motes cariñosos y el inigualable sentimiento de caminar sobre las nubes mantenía a ambos mirando corazones por todas partes.
Sus citas ahora eran completamente distintas, porque Ren no contenía ni un poquito su efusividad al verlo, lanzándose a sus brazos y dándole tantas caricias cariñosas que era más que evidente que ahora era su novio.

Imaushi no estaba acostumbrado a las demostraciones de afecto notorias, pero poco a poco se había dejado de sorprender cuando Ren le abrazaba desde la espalda y dejaba un beso en su omóplato, o cuando se ponía de puntillas para besarle la barbilla con cariño.

Le daba tanto amor que incluso había comenzado a corresponderlo, tomándole la barbilla para besarla o dejando la mano sobre su rodilla mientras esperaban en los altos cuando paseaban en su motocicleta.

Jamás se había sentido tan cómodo con alguien respirándole en la oreja continuamente, pero cuando veía la pequeña sonrisa de la rubia después de haber hecho algo lindo por él sin esperar nada a cambio comenzaba a babear como un perro.

La convivencia con South por otra parte era casi nula. De vez en cuando se encontraban en la entrada del edificio de ella o cuando se quedaban a mirar una película en su apartamento.
Poco más que aquello.

Por primera vez, Ren le había marcado un muy claro límite al chico acerca de dejar en paz a su novio. Lo había hecho llorando... Pero igual había funcionado para que su teléfono dejara de sonar cada veinte minutos cuando visitaba un motel con su novio.
El chico seguía haciéndole comentarios malos sobre lo mucho que le iba a lastimar Imaushi, pero al menos mientras él estaba de visita se limitaba a bufar e irse.

Por otra parte, los moratones en el rostro de Wakasa, producto de la pelea con South, iban desapareciendo poco a poco con el paso del tiempo.
En cuestión de unas semanas, sus pómulos hinchados y su nariz amoratada habían vuelto a la normalidad.
Una enorme ventaja de su fama de ex pendenciero era que al verle el rostro de aquella forma, sus alumnos solo podían creer que era aún más genial de lo que pensaban en un principio.
Claro... Con sus excepciones.

-¡Sensei!- Levantaba su mano uno de los pequeños de la clase infantil -Mi hermano mayor dice que un profesor que tiene moretones por toda la cara no puede enseñarme a pelear

-¿Ya va a decirnos qué le pasó?
Secundó una de las niñas con expresión preocupada

-¡Mi mami dice que se calló de la motocicleta!

Wakasa respiró profundamente, si había algo que odiaba de su trabajo era la hora en que Benkei lo había dejado a cargo del grupo infantil de las 6:00.
Los niños no cerraban la boca, eran impertinentes y el 90% de sus preguntas rondaban el "¿Por qué no está casado?" "Mi papi tiene 23 ¿Qué edad tiene usted?" "¿Por qué no tiene hijos?" y a decir verdad, explicarle su vida a críos de 4 años no era su tarea favorita.

-Nada de preguntas por hoy, tienen mucho trabajo que hacer

Aplaudió para espabilarlos, comenzando a dar indicaciones para que practicaran la secuencia asignada, disfrutando silenciosamente cuando alguno pateaba un poco más alto de lo que podían permitirse y terminaba de culo contra la lona.

Obviamente tenía que fingir preocupación o las madres apiladas cerca de la puerta se le irían encima. Reírse de una situación así ponía en peligro su quincena y no deseaba tener que disminuir sus gastos semanales por eso.

-Bien, ahora tendremos combates cortos
Llamó a dos de los niños mientras el resto se apilaban a su alrededor para observar.

Explicó las reglas detenidamente, esperando que no fueran a golpearse más de lo debido, indicando los movimientos que estaban prohibidos , distrayendose en el último minuto cuando dió un corto vistazo hacía la recepción, observando unos preciosos caireles dorados junto al mostrador.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt