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La cajetilla de cigarros estaba vacía. No solía fumar dentro de su departamento o en el trabajo, el aroma se impregnaba y despues de un tiempo era desagradable, incluso cuando se impregnaba en su ropa, así que tenía solo una regla; al cruzar la entrada cualquier cigarrillo era guardado o desechado en la basura. Esta vez no fue así. Se había agotado la caja nada más entrar a su habitación. Intentó encender el último entre sus labios pero su mano temblaba. Y era patético.

—¿puedes darme uno?— Preguntó Jisung a su lado y Minho estuvo a punto de soltar todo. El escalofrió que le recorrió fue incómodo.

—Ya no tengo. Una cajetilla a la semana.— Mencionó imponiéndolo como una nueva regla. Sus pulmones se lo agradecerían despues. —De todos los lugares que pudiste escoger ¿Por qué mi habitación?

Jisung le quitó el cigarrillo de la boca y caló profundo de él, Minho por fin se atrevió a mirarlo con curiosidad. Era interesante, los ojos grises tenían un destello azul y sus parpados estaban rojos como si estuvieran tintados, su piel era blanca, no tanto como la suya, pero lo suficiente como para que su cabello rubio reluciera. Los labios de Jisung tenían casi el mismo color que sus parpados. Era una persona atractiva, lo supo desde que lo vio, pero parecía tan deprimente que podría hacerse pasar por un zombie o un enfermo, lo que sea que estuviera más cerca de morir.

Respiró profundo el aroma a tabaco y algo dulce se coló ahí. Jisung tenía un aroma como todos los lobos, algo que los monos no podían percibir con facilidad pero que sin duda los atraía de igual manera. El aroma de Jisung era peculiar, o quizás no, Minho nunca había tenido tiempo para olfatear a cada lobo con el que se cruzó, que con mucha suerte serían la inmensa cantidad de 8 o 9 en toda su vida.

—¿te quedarás toda la noche?— Le preguntó apartándose un poco. Necesitaba espacio.

—Me quedaré el tiempo que pueda.— Respondió Jisung sentándose en la cama. —Y volveré despues, si es necesario.

—Quizás no sea necesario.— Suspiró mirando a la pared. Se había vuelto incómodo. —¿Qué pasó con tu cachorro? Es demasiado callado.

—El cachorro está bien.

¿El?

—¿Cómo se llama?

—¿Jisoo? Creo que Jisoo era el mayor. Tenía algo que ver con J...

—¿no sabes cómo se llama tu hijo?

—Estoy seguro que empezaba con Ji...
                     
Soltó una pequeña risa. ¿Qué clase de persona no recordaba el nombre de su propio hijo? Que pésimo padre. Por esa razón Minho tampoco tendría pequeños vástagos, él no podría cuidar de nadie. Y tampoco podía tener sexo como para engendrarlos. En realidad era la segunda razón, para tener hijos tenía que engendrarlos y su esperma ya debería estar añejo e inservible. Algo así como leche coagulada.

—Quítate la ropa.— Ordenó tomando su cigarrillo de regreso y escapando hasta la seguridad de la pared. Golpeó su espalda contra el papel tapiz mientras que sus piernas temblaban y observó a Jisung.

La última vez que lo intentó llegó hasta ese punto donde la persona estaba tendida sobre la cama esperándolo. Así que con mucha suerte y controlando su reciente taquicardia podría llegar un poco más lejos, incluso tocar el cuerpo de Jisung. Caló profundo e intentó ocultar su nerviosismo mirando con desinterés a otro lado.

Jisung comenzó a desvestirse.

Ese aroma se hizo más intenso y se sintió mareado al instante. Se tambaleó un poco sosteniéndose de la pared y bajó la cabeza. Él no era un lobo ¿entonces porque se sentía así? Su corazón latía con fuerza hasta ser lo único que sentía en su cuerpo, su vista se nublaba de vez en cuando y ni siquiera había mirado a Jisung. Tomó aire armándose de valor y girando hacia él.

Las luces neones de su habitación solo eran capaces de iluminar un poco, había sombras oscuras en el cuerpo del omega que resaltaban algunas zonas interesantes. Aun así ¿esto era un omega? Había visto mujeres más lindas y hombres con mejor cuerpo que él. Las mujeres solían ser delicadas y con curvas hermosas y llamativas, los hombres un poco más rígidos y  exactos. Pero Jisung... Jisung ni siquiera se acercaba a un twink, pero tampoco se acercaba al hombre promedio. No era femenino, ni masculino, estaba en una brecha extraña que lo hizo sentir curioso.

Cuando Jisung le sonrió todo se vino abajo.

—Realmente pensé que no podrías tener una erección.— Habló Jisung apuntando a la entrepierna de Minho. —Me siento halagado.

Bajó su mirada.

Era tan patético que quiso esconderse. ¿Por qué se sentía así de raro?

Había visto mujeres y hombres de todo tipo, incluso vio personas que no se denominaban como tal. Pero Jisung era diferente. Realmente diferente.

—Vete a casa.

                     
Se acobardó de nuevo.

                                 

Touch [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora