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¿Por qué estaba intentando animar a Jisung ? Era absurdo, el chico tenía veinticinco años ya y Minho había resuelto llevarlo a un parque de diversiones como si fuera un niño, él literalmente pagó la entrada de dos adultos, y aun así no pudo pensar en lo infantil y absurdo que era. Jisung ya no estaba molesto, y aunque aun parecía triste tenía un rostro asombrado por ver los juegos mecánicos que se alzaban por cada lugar, todos eran inmensos y la gente alrededor pasaba entre risas y gritos. El ambiente era bueno para animar a cualquiera. Cualquiera que no fuera Minho porque el dolor de cabeza solo empeoró.

—¿Por qué los monos disfrutan de dar vueltas en estas cosas? Las vi en televisión un par de veces pero...— Jisung caminó acercándose a los juegos mecánicos. —Creí que eran solo para las películas.

—¿tampoco tienen parque de diversiones? ¿Qué es lo que hacen los lobos para divertirse?— Preguntó colocando una mano sobre su cabeza.

—Casería, deportes, lo que sea que implique un desempeño físico. No nos subimos a un asiento para que nos den vueltas. Si queremos dar vueltas usamos nuestros cuerpos en las rampas. Es divertido. —Jisung señaló uno de los juegos. —¿puedo subirme?

Miró el juego mecánico y suspiró, daba vueltas, como todos los juegos mecánicos, vueltas en el aire de una manera acelerada. Asintió para Jisung. El omega lo tomó del brazo y lo arrastró hasta el lugar con una gran sonrisa, al parecer la mueca triste desapareció, y aun cuando esperaban en la fila por algunos minutos mantuvo el gesto alegre. Era bueno. Bueno hasta que se subió al juego mecánico y sintió su desayuno regresar a su garganta. No era fan de los juegos que daban vueltas sin sentido.

Tocó suelo y se sintió aliviado. Por tres minutos, antes de que Jisung decidiera subirse a otro juego de vueltas sin sentido. De nuevo en el suelo algunos minutos despues. Otro juego mecánico; uno que iba de arriba abajo y que hizo a Minho sentir que lo cogía un gigante. El pensamiento fue divertido hasta que tuvo su estómago en el cerebro y el cerebro en su pelvis. Minutos más en el suelo y despues fue lanzado a una mierda que lo ponía de cabeza por algunos segundos y lo alzaba en el aire, en ese punto tenía el deseo interior de que su asiento saliera volando. Despues subieron a un gusano gigante que entraba por un túnel y Minho estaba seguro de que alguien vomitó detrás de su asiento.

Demasiado. Putos. Juegos. Mecánicos.

Helado.

Más. Putos. Juegos. Mecánicos.

Algodón de azúcar.

Más. Putos. Juegos... Vomitar. Mecánicos.

—Aún hay uno al cual quiero subirme.— Le dijo Jisung cuando Minho intentaba descansar, estaba anocheciendo, el color naranja apoderándose del parque. —Será el último.

—Dijiste que sería el último hace dos juegos.— Balbuceó bebiendo más agua de la que debería. —Ya vámonos. Estoy cansado.

—Solo este último y nos iremos.

Ah. Suspiró con fuerza y miró a Jisung.

—Si me dices que a la jodida rueda de la fortuna voy a...

Si era la rueda de la fortuna.

Era gigantesca, se tambaleaba y era lenta como el infierno, sin duda el juego mecánico que más odiaba en el mundo, porque era cursi y cliché, tanto que nunca se subió cuando era niño por el rechazo que le causaba. Y ahora estaba allí, mirando a Jisung que se inclinaba para mirar hacia abajo, su rostro sorprendido por la altura y como poco a poco se alejaban del suelo ¿Qué tenía de interesante? Minho estaba seguro que había mejores cosas, como la montaña rusa. O ser cogido por el gigante.

—vi una película hace tiempo...— Habló Jisung sin apartar la mirada. —No puedo recordar de qué se trataba, pero había una escena... dos personas estaban en una de estas cosas. Pensé que era absurdo.

—Lo es. Y es cliché.— Balbuceó.

—Pero él quería subirse a una de estas...— Jisung murmuró. —Dijo que sería la única forma en la que pudiera alejarse de todo.

—¿eh? ¿Quién?— Minho se inclinó sobre su asiento.

El omega tardó en responder.

—Gracias por traerme.— Jisung le sonrió mirándolo a los ojos. —¿quieres que haga algo por ti?

—No tienes que hacer nada.— Exhaló. —Te traje aquí para que dejaras de estar triste. Así que no tienes que hacer nada por mí.

Los ojos de Jisung se abrieron con sorpresa. Despues sonrió.

—Déjame hacer algo por ti.

Touch [Minsung]Where stories live. Discover now