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La sensación agría no podía desvanecerse, sin importar cuantas veces se convenciera de que ahora estaba bien, Jisung estaba vendado y la sangre se había detenido, su mirada triste aun permanecía, pero al menos ahora respondía a su llamado. Minho no supo qué hacer o pensar, tan solo manejó por dos horas hasta aquel lugar alejado donde cuidó de su viejo tío y que ahora estaba lejos del mundo.

No había más que sonidos de la noche, ni siquiera el sonido de su auto, solo ellos dos mirándose el uno al otro sin saber que decir, como si cualquier palabra pudiera lastimar al otro. No le preguntó si estaba bien, no le preguntó qué era lo que había pasado, no le preguntó cómo se sentía o en qué lugar había dolor. No le preguntó nada, solo lo acompañó a los asientos traseros del auto y comenzó a curar de sus heridas.

Pasó uno de sus dedos sobre el improvisado vendaje y Jisung dio un pequeño brinco de sorpresa, pero no dijo nada. Apartó su mano y la colocó sobre su mejilla, tocando con la punta de los dedos aquel rasguño que parecía doloroso. Era salvaje, como si el omega hubiera peleado con algún animal, un canino con los dientes afilados y dispuesto a arrancarle la piel, tan cruel e insensible que Jisung tuvo que haber gritado. Minho jamás podría vivir con eso, saber que le hizo tanto daño a una persona al punto de destrozar su cuerpo.

Con los lobos a los que les dispararon era distinto, aun no podía procesar aquello, tenía sueños regulares donde se encontraba pisando el charco carmín y despertaba de golpe, pero nunca les veía la cara, nunca veía sus ojos, y aun así dudaba que estuvieran muertos. Ellos solo estaban sangrando, pero no estaban muertos, o al menos no en su cabeza. Jisung era un caso distinto. Jisung dolía. Dolía tanto que Minho quería desaparecer sus marcas y tenerlo a salvo.

Dejó de tocarlo cuando se aseguró que todo estaba en orden, no más sangre, ni siquiera la sangre que había escurrido entre sus piernas o la sangre de sus pies lastimados, ahora solo había raspones y vendas manchadas. Dio un pequeño suspiro y se alejó dispuesto a manejar hasta un hotel donde pudiera cuidar mejor del omega, sin hospitales. Pero antes de que pudiera salir del vehículo Jisung le tomó de la muñeca.

Se quedaron en silencio.

Jisung lo arrastró cerca y Minho lo siguió inclinándose hasta alcanzar sus labios. Lo besó con miedo de dañarlo más, tan lento y cuidadoso que estaba temblando, y Jisung también lo hacía, ambos temerosos por razones distintas e inentendibles para el otro. Acarició el labio inferior de Jisung con su superior y respiró su aroma. Jisung siempre olía bien, no era un aroma común, no era como decir una esencia al azar, era un aroma humano, algo propio y agradable que siempre estaba allí, a veces más perceptible y otras veces más tenues, y siempre le decía que Jisung estaba cerca.

Su mano acarició la mejilla del omega con la punta de los dedos y este soltó un pequeño suspiro, calentó su cuerpo en medio del frio nocturno y lo hizo exhalar. Una de sus manos bajó sin que se lo pidiera, abrió la bata de Jisung con el índice y este se apartó un poco bajando la mirada. Ya conocía el cuerpo desnudo del omega, lo vio y lo tocó antes, estuvo frente a él y estaba seguro de que lo recordaba a la perfección, pero ahora era distinto, el simple hecho de recordar que era Jisung le erizaba la piel, quería tocarlo sin ocasionarle dolor.

Jisung colocó ambas manos sobre su abrigó y lo bajó con facilidad, el frio de la noche comenzando a atacar su espalda. No le importó. Se quitó la prenda con los ojos puestos en Jisung sintiendo su leve rubor, y justo despues hizo lo mismo con su camisa. Las manos de Jisung se posaron sobre sus hematomas, aquellos que comenzaban a verse marrones y verdosos, desagradables, y con la punta de sus dedos los acarició causándole cosquillas y escalofríos. Reprimió la suave risa en sus labios y bajó la mirada.

Los golpes eran horribles, dolían y lo mantuvieron en cama un día entero justo despues, lo hicieron vivir en hielo por horas y Changbin le aplicó un par de ungüentos recomendaciones de sus amigos que lo ayudaron a sanar, o eso decía él. Changbin había tocado cada uno de sus golpes, pero no estaba ni cerca de ocasionarle a Minho el mismo sentimiento que Jisung lo hacía vivir. Era absurdo, pero tomó la mano de Jisung y la llevó hasta el hematoma más doloroso, el que estaba sobre sus costillas, y dejó que él lo tocara.

Touch [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora