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El tiempo se fue en un abrir y cerrar de ojos, y sin darnos cuenta, ya estábamos a unos días de iniciar nuestras vacaciones de diciembre.

Mi relación con Lisa iba más que bien, ya teníamos alrededor de cuatro meses juntas. Contrario a lo que algunos puedan creer, tuvimos una conversación respecto a lo de pasar tanto tiempo juntas, y habíamos decidido que, pese a nuestros deseos, intentaríamos darnos nuestro espacio, porque no era sano. Entendía que es un deseo de nuestro subconsciente por no volver a abandonarnos, porque yo también lo tenía, pero estábamos trabajando en eso, lentamente. Dando pasitos de bebé, juntas.

Y funcionaba, aunque no podía evitar extrañarla de vez en cuando. Como ahora, por ejemplo.

Mientras delineaba mis ojos el timbre resonó por el apartamento, de modo que me tuve que alejar del sofá para checar quién había llegado.

Sonreí cuando mi persona favorita apareció frente a mí.

—Hola, hermosa —me saludó mi novia, dando un paso adelante.

—Hola, mi amor —contesté su saludo, haciéndome a un lado para que pasara. Una vez estuvo dentro, le di un corto beso para volver a mi lugar en el sofá.

Ella me observó con curiosidad.

—¿Vas a salir? —inquirió.

—No, sólo acabo de salir de la ducha. Jisoo y yo tuvimos una mañana de limpieza.

Asintió en reconocimiento, tomando asiento a mi lado.

—Por cierto, Jennie estuvo aquí.

—¿Ah sí? Supongo que vino por Jisoo.

—Sí y no —dije, parpadeando cuando terminé mi ojo derecho y me observé en el espejo de mano.

—¿A qué te refieres?

—Sí vino por Jisoo para ir a su clase de las seis, pero también dejó un paquete para ti.

—¿Un paquete para mí? —repitió con curiosidad.

—Aja, es de tu abuela.

Desviando mi vista un segundo del espejo, me encontré con su mirada. No me observaba molesta, más bien divertida, cuando pronunció sus siguientes palabras.

—¿Ya lo abriste?

—Por supuesto que no —fruncí ligeramente el ceño—. ¿Por qué haría algo así? Es tuyo y sabes que respeto tu privacidad. Jennie me lo dijo cuando llegó. Así como también mencionó que debías llamar a tu abuela más tarde por órdenes suyas.

—Sólo estaba bromeando, pooh —musitó—. ¿Te molestaría si lo abro aquí?

—Claro que no, puedes tomar el abrecartas que está en el cajón. Para que cortes la cinta.

Mi novia asintió, tomando el objeto puntiagudo en sus manos y abriendo de una vez la caja.

Pero se quedó tan callada una vez que lo abrió, que me dio ligera curiosidad. Parpadeé cuando terminé el delineado de mi ojo izquierdo y cuando estuve satisfecha después de verme al espejo, dejé todo sobre la mesa para voltearme hacia ella.

—¿Qué pasó? —pregunté.

—Son cajas y más cajas —dijo ella, instantes después—. Aunque puedo oler las galletas. Oh, y también hay una carta. ¿Deberíamos leerla ya?

—¿"Deberíamos"? —la observé con sorpresa.

—Sí, deberíamos —parpadeó, observándome con curiosidad—. ¿Por qué? ¿No quieres leerla?

—Bueno... Pensé que era, ya sabes, algo privado.

Negando con su cabeza, Lisa bufó.

—Eres mi novia, ¿desde cuándo te guardo secretos? —comentó como si fuera algo obvio.

Promise┊ChaelisaKde žijí příběhy. Začni objevovat