40.

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Me desperté sintiendo unos brazos sujetar mi cintura y, por alguna razón en particular, el contacto directo me hizo estremecer. Supuse que quizá era porque Lisa había puesto sus manos dentro de mi camiseta, lo cual hacía con regularidad cada vez que dormíamos juntas, y me acomodé enterrando la cara en la almohada y sonriendo tontamente al sentir unos suaves labios besar mi hombro derecho.

—Buen día, princesa —susurró una voz ronca en mi oído.

Me tomó algo de tiempo antes de voltearme y pasar mis brazos flojamente por su cuello.

—Buen día, Lili.

Sin embargo, Lisa se hallaba ocupada mirando distraídamente hacia abajo.

—¿Estás bien, Lisa? —le pregunté, un poco extrañada.

—Mejor que nunca —contestó observándome con una sonrisa, lo que me hizo sonreír también.

Rápidamente se colocó entre mis piernas y plantó un beso en mis labios. Este beso adormilado era uno de los mejores besos que habíamos tenido. Su lengua jugaba lentamente con la mía, casi con pereza, mientras sus labios se encargaban de chupar mi labio inferior —que por cierto, estaba bastante sensible— entre ellos de la misma forma. Cuando sus caderas se sacudieron contra las mías, sentí como una corriente eléctrica me atravesó al sentir la fina tela de su pantalón contra mi centro e inevitablemente descubrí que me hallaba desnuda.

Sin darle tiempo a reaccionar, la empujé lejos y me apresuré a tapar mi cuerpo con la sábana.

Lisa, desde el suelo, hizo un puchero.

—¿Qué te pasa, Rosie?

—¡¿Cómo que qué me pasa?! ¡Estoy desnuda! —grité en un susurro.

Ella se echó a reír.

—Bueno, sí. Pero no te veía quejándote al respecto ayer.

Ante sus palabras, me quedé pensando algunos segundos, procesando la información y tratando de cargar algún recuerdo de la noche anterior. Tardé así algunos instantes, cuando escuché la voz temblorosa de Lisa llamarme.

—¿Rosie? —susurró—. ¿Tú no...? Oh Dios, no... ¿Qué hice? ¡Eres una estúpida, Lisa! —se golpeó la frente repetidamente y me observó con los ojos cristalizados mientras su labio inferior temblaba ligeramente—. Lo siento, Rosie. Lo siento tanto... Sabía que no debía hacerlo, fui una estúpida. 

—Lisa... Lisa, ¿de qué hablas? —le pregunté, un tanto preocupada por su comportamiento.

—Dijiste... Dijiste que estabas lista, que estaba bien porque lo querías y... ¿Cómo pude ser tan estúpida? ¡Lo siento tanto, Rosie! ¡Por favor no me odies!

Al verla sollozar, rápidamente me extendí en la cama y llevé mis manos hacia su rostro, intentando secar sus lágrimas, olvidándome completamente de que me hallaba desnuda.

—Estuvo tan mal... Soy una imbécil. Lo siento....

—Hey, hey. ¿Qué pasa? ¿De qué hablas? ¿Qué está mal? —pregunté con dulzura, intentando tranquilizarla.

—Anoche... Tú dijiste... —sorbió su nariz y me observó a los ojos, un tanto apenada—. Me dijiste que estaba bien, pero debí saber que estabas ebria y sólo... ¡No me aproveché de ti, lo juro! Parecía que lo querías tanto... S-sólo quería complacerte, lo siento. No me odies, por favor.

De inmediato los recuerdos de la noche anterior llegaron a mí de forma rápida, haciéndome sonrojar.

Yo había... Lisa yo habíamos tenido... Ella me había hecho... 

Promise┊ChaelisaWhere stories live. Discover now