42.

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Bueno, no tuve razón por esta vez. La lluvia sí empeoró. Afortunadamente los truenos casi no podían escucharse gracias al sonido del televisor frente a nosotras, y lo poco que se escuchaba no tenía tanto efecto en mí gracias a los brazos de mi novia envolviéndome con fuerza.

Uhm... Mi novia... Siendo sincera, eran palabras que no habían tenido nunca efecto en mí. Siempre pensé que cuando tuviera mi primera pareja sería en la secundaria, como todos, y sería mágico. Que viviría una excelente aventura adolescente junto a mi mejor amiga y tendría un amor eterno. Desafortunadamente, la primera persona que consideré apta para el papel terminó siendo un completo imbécil y pude darme cuenta de eso rápidamente gracias a Jisoo. La siguiente chica que me gustó en la secundaria fue una de las porristas, pero estaba muy fuera de mi liga y era una imbécil también. El último chico que me gustó en la secundaria era muy dulce, y sinceramente pensé que tendríamos algo, pero era muy... como decirlo sin sonar ofensiva... Raro. En nuestra primera —y única— cita nos llevó a un local de comida donde nos sentamos tan cerca de la banda de música que no pude escuchar muy bien sus palabras, aunque a decir verdad con lo poco que escuché fue suficiente, era evidente que no me convencía. Luego me invitó a dar un paseo por el parque, que acepté amablemente, sólo para que me dejara por minutos completamente sola porque se le habían dado ganas de ir a correr. Al verlo regresar todo sudado, con flores maltrechas en sus manos y un par de abejas persiguiéndolo —que después me persiguieron a mí por tomar esas malditas flores— fue un gran no-no. Cuando le conté a Jisoo la experiencia, ella se echó a reír por semanas.

Y después de eso no había tenido más experiencias románticas... Mucho menos con Chanyeol, quien desde que conocí había mostrado sus intereses, alabando mi trasero o mis largas piernas. ¿A quién le gusta que los extraños alaben las partes de su cuerpo? Siendo sincera, creo que a nadie. Incluso para Jisoo era raro, y ella era extremadamente extrovertida.

Pero ahora... Con Lisa las cosas eran muy diferentes. Ella no me llevaba a lugares lindos y tomaba los peores asientos. No me dejaba sola por sus estúpidos impulsos. Sus sorpresas —y ella en sí— eran más consideradas. Y definitivamente no me trataba como un objeto, ni alababa las partes de mi cuerpo como si eso fuera lo único que podía ver de mí.

Ella era educada, tierna, dulce, considerada, todos los adjetivos buenos que puedas añadirle a una pareja. Casi podría decir que era perfecta. Eso, sumándole el hecho de que cada que me envolvía entre sus brazos o acariciaba sus labios contra los míos, me hacía sentir miles de sensaciones por todo mi cuerpo.

Sacándome momentáneamente de mis pensamientos, Lisa enterró su cara en mi cuello y aspiró mi aroma allí, haciéndome reír ante las cosquillas.

—Lili, ¿qué haces? Presta atención a la película —susurré entre risas.

Ella plantó un beso en mi cuello.

—Lo siento, Rosie. Es que hueles muy bien —enterró su rostro en mi cuello otra vez y habló allí entre murmullos—. ¿Manzana?

—Sé que te gustan las frutas —tarareé, sacando un brazo de la manta para acariciar su cabello.

Ella ronroneó.

—Sólo cuando se mezclan con tu olor.

Volteé mi cabeza para observarla y dirigirle una sonrisa que ella correspondió antes de inclinarse para unir nuestros labios.

Al separarnos, esperé recibir algún comentario por parte de mi mejor amiga o de Jennie, pero me sorprendí al no escuchar ninguno. Al parecer, mi novia pensaba lo mismo, por lo que ambas volteamos para saber qué estaba pasando.

Nos asombramos al encontrarlas un poco ocupadas devorando sus labios. Estaban tan concentradas, que olvidaron momentáneamente donde y con quienes se encontraban. Cuando la mano de Jennie viajó un poco más debajo de la manta decidimos intervenir.

Promise┊ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora