31.

5K 752 136
                                    


Capítulo treinta y uno.



Ellen



Sólo debo avanzar unos metros dentro de la gran concurrencia de punto de unión en todo el territorio antes de que ya sostenga muchas miradas sobre mí. Era algo inquietante que muchos me den miradas en silencio apenas podían sentir mi presencia cerca. Más que nada era algo que me hacía retroceder a la otra de acercarme a preguntar o pedir referencias.



Pasando la tercera tienda me doy a reconsiderar a mí misma la situación, era una completa desconocida vagando por sus calles y no había ni que agregar que era una humana. Así que armándome de todo lo que no sentía que tenía, cruce hasta el otro extremo donde el modesto y bonito puesto de flores fue lo primero que llamó mi atención.



La pintoresca estructura rodeada de muchos estantes repletos de muchísimas flores de diferentes tipos se veía verdaderamente precioso, más con la iluminación natural de la cálida tarde que estaba cayendo sobre ellas.



—Hola cariño—veo a la robusta mujer emerger de entre las flores y darme una cálida sonrisa—. ¿Qué puedo hacer por ti? —estoy muy dispuesta a contestar, pero enseguida sigue hablando—. Déjame adivinar, tú también vienes por los girasoles que llegaban hoy temprano—asiente sonriendo—. Temo que tendré que decepcionarte, el joven Derick se ha llevado todo y no pude decirle que no, no señor—suspira pasando sus manos por el delantal rosado que la cubre—. No sé si sepas, pero su mujer, Penny, esa bendita muchacha está cargando crías y no una, sino seis—dice muy lentamente haciendo énfasis en el número—. Seis—repite por lo bajo—. Nadie puede negarle darle todos los girasoles del mundo si los quiere, ¿No crees?



—¿Seis? —repito más que preguntó ganándome su asentimiento comprensivo.



La bendita Penny castraría a su marido apenas tenga oportunidad de volver a moverse después de parir a esos bebés. No la conocía, pero podía apostar a eso. Mi propia experiencia me había hecho desear haber castrado todo lo cercano a mi persona.



—Es un número importante—agrego aún inmersa en mis pensamientos.



—Lo es—coincide conmigo—. Así que todas estamos formulando un cronograma para poder ayudar a la pobre mujer, por si quieres participar—agrega viéndome fijo—. Aunque no te veo cara conocida y es raro que yo no conozca a alguien aquí—alzo mis cejas—. Seguramente estás de visita—asiento removiéndome en el lugar—. ¿Miriam? ¿Víctor? ¿Laura? O ¿Mateo? ¿Quién es el ser desconsiderado que no te ha acompañado a conocer el centro?



Río notando la indignación en su voz mientras de cruza de brazos sin rastro de una sonrisa en ella.



—En realidad, estoy perdida—admito—. Vine a visitar a alguien sin avisar, así que estoy buscando referencias de cómo llegar a la casa principal.

My Wolf BabiesWhere stories live. Discover now