57.

2.8K 583 73
                                    

57.



Capítulo cincuenta y siete.



Ellen



Los últimos rayos del sol empiezan a ocultarse al momento en que estrechó con fuerza los tres pequeños cuerpos contra mi. Mi dolor se calma, mi tristeza se esfuma y así, con ellos cerca se que nada podrá, nada me impedirá seguir. Levantarme y ser feliz. 




—Los amo—susurro besando sus cabezas. 




—Te amamos—el coro discordinado y poco entendible me hace sonreír mientras tres miradas se posan sobre mi, atenta. 




Maite se dedica a acariciar con cuidado mi mejilla, aquella que sé que está roja. Gabriel no deja de apretar mi mano entre las suyas y Daniel solo me ve en silencio, como si supiera todo y no supiera qué hacer. Estos pequeños, estos eran mi todo, eran ese empujón que necesitaba, eran esas pequeñas y cálidas manos que quería sostener contra mi. El calor de los brazos de Haniel aún estaba impregnado en mi, después de sostenerme toda la noche, pero aún así, aún necesitaba esto, necesitaba de ellos. 




Eran mi ancla. Y siempre lo serían.




La calidez que aún se sostiene en mi, queda y la sostengo, pocas veces podría decir que todo lo que me rodeaba me afectaba al punto de necesitar de tal manera tener a mis hijos cerca. Pero hoy, hoy necesitaba de ellos de un modo que me ahogaba, necesitaba saber que al menos esa luz que representaban en mi vida, seguía intacta y brillante. Podría tener mil personas a mi alrededor, mil palabras de consuelo y muchas cosas más, pero solo ellos eran quienes me hacían seguir y con ganas, seguir y lograr mi propia felicidad.




Los sigo viendo mucho después de nuestra despedida, los sigo viendo mientras empiezan a subir los escalones en dirección a la gran casa. A una distancia prudente Sarah me ve en silencio, a otra no tan disimulada muchos LaCroix siguen viendo y vigilando en silencio. Más cuando mis hijos desaparecen dentro de la casa, la única presencia que tiene mi completa atención es aquella que se posa a mi lado, silencioso. 




—Mañana irán con vigilancia—asiento ante las palabras de Dante. 



Y por primera vez en toda la tarde, me dedico un segundo a verlo, su postura frente a mí, su mirada y todo lo demás, no demostraba absolutamente nada. No tengo palabras para él, aún cuando parece que él tiene algunas que soltar. Pocas veces dejaba que los instintos que me llenaban en un momento de furia, simplemente salieran, pocas veces podría catalogarme como una persona que necesitaba sacar su furia en agresividad. Y solo por unos instantes solo podía pensar en que todo lo que venía cargando, se había sumado a la situación y Dante había sigo el foco de todo mi remolino desastroso de sentimientos, pero solo eran un instante en que la culpa ganaba, solo un momento antes de recordar cada palabra arrogante que había expresado.

My Wolf BabiesDove le storie prendono vita. Scoprilo ora