61.

2.8K 475 61
                                    



Capítulo sesenta y uno.



Ellen



Mi corazón palpita triste al segundo en que me posiciono en ese lugar, ese lugar en que una noche, fue el principio de tanto dolor. Haniel decía que esto no era sano para mi, por eso siempre venía a mi búsqueda cuando notaba mi ausencia. Y seguramente pronto vendría, me abrazaría, besaria mis lagrimas y juntos, iriamos a casa.



Mas pasarían días, antes de que mi alma necesite más y mi cuerpo responda caminando aquí, adentrándose a este lugar, a este bosque. Pasarían días antes de que de paso por paso entre la tierra donde habían caído tantos, donde había sucedido mucho, donde mi felicidad había tambaleado. Pasaron días hasta que mi mano se detuviera en mi vientre, plano y vacío, con marcas viejas, con recuerdos viejos y un dolor de pérdida.



Era mi propio castigo y sacrificio, venir aquí, aun cuando cada paso me costaba, aun cuando todos los sentimientos que me daban esta tierra, eran tan tristes. El bosque aún lloraba por las pérdidas de tantas vidas.



No me sorprende el sonido de pasos acercándose, intentó limpiar mis lágrimas antes de notar la diferencia de siempre, no era Haniel. Y me doy cuenta de eso cuando debo voltear y ver que el sonido proviene de otra dirección. Los ojos toscos y rudos que me ven fijamente no me calman, pero tampoco me alteran, eran los mismos ojos que veía todos los días en mis hijos.



Dante.



—No esperaba encontrarte aquí—murmura dando los pasos necesarios hasta quedar frente a mi—. Vine para hablar con Haniel.



Sus palabras cuelgan entre nosotros y poco tengo que decir. Dante Lacroix había sido toda una sorpresa en esta situación, no era el más amigable, aun seguida despreciando a cada Reinmond que se cruzaba frente a él. Aun miraba desde arriba a Haniel, pero nada de todo eso había evitado que fuera una gran ayuda en toda la reconstrucción de este lugar.



Silenciosamente había dado más que todos, más de lo necesario para ayudarnos.



—¿Cómo estás? —su pregunta me saca de mis propios pensamientos.



—Bien.



El viento revoloteo entre nosotros y solo puedo guardar silencio bajo su mirada.



—No lo has dicho—dice sorpresivamente siguiendo.


My Wolf BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora